Lecturas y celebraciones, marzo 2008

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1 de Marzo: SÁBADO – 3ª SEMANA DE CUARESMA

Os 6,1-6 / Sal 50 / Lc 18, 9-14 Morado

Salmo Responsorial: Del salmo 50

R. Misericordia quiero y no sacrificios, dice el Señor.

– Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos y purifícame de mis pecados. R.

– Tú, Señor, no te complaces en los sacrificios y si te ofreciera un holocausto no te agradaría. Un corazón contrito te presento, y a un corazón contrito tú nunca lo desprecias. R.

– Señor, por tu bondad, apiádate de Sión, edifica de nuevo sus murallas. Te agradarán entonces los sacrificios justos, ofrendas y holocaustos. R.


2 de Marzo: CUARTO DOMINGO DE CUARESMA

1Sm 16, 1b.6-7.10-13a / Sal 22 / Ef 5, 8-14 / Jn 9, 1-41 Morado

5. Oración Colecta

+ Oremos: Dios nuestro, que has reconciliado contigo a la humanidad entera por medio de tu Hijo, concede al pueblo cristiano prepararse con fe viva y entrega generosa a celebrar las fiestas de la Pascua. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

6. Primera Lectura: 1Sm 16, 1b.6-7.10-13ª

Lectura del primer libro de Samuel

El Señor dijo a Samuel:

Anda, llena de aceite tu cuerno, que quiero que vayas a la casa de Jesé, el de Belén, porque ya escogí como rey a uno de sus hijos.

Cuando ellos llegaron, Samuel vio a Eliab y pensó: “Con toda seguridad este es el hombre que el Señor ha escogido como rey.”

Pero el Señor le dijo: “No te fijes en su apariencia ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado. No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.”

Jesé presentó a Samuel siete de sus hijos, pero Samuel tuvo que decirle que a ninguno de ellos lo había elegido el Señor. Finalmente le preguntó: — ¿No tienes más hijos?

—Falta el más pequeño, que es el que cuida el rebaño —respondió Jesé.

—Manda a buscarlo —dijo Samuel—, porque no comenzaremos la ceremonia hasta que él llegue.

Jesé lo mandó llamar. Y el chico era de piel sonrosada, agradable y bien parecido.

Entonces el Señor dijo a Samuel: —Este es. Así que levántate y conságralo como rey.

En seguida Samuel tomó el recipiente con aceite, y en presencia de sus hermanos consagró como rey al joven, que se llamaba David. A partir de aquel momento, el espíritu del Señor se apoderó de él. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

7. Salmo Responsorial: Del salmo 22

R. El Señor es mi pastor, nada me falta.

– El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. R.

– Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R.

– Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. R.

– Tu bondad y tu misericordia me acompañarán todos los días de mi vida; y viviré en la casa del Señor por años sin término. R.

8. Segunda Lectura: Ef 5, 8-14

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios

Hermanos: Ustedes antes vivían en la oscuridad, pero ahora, por estar unidos al Señor, viven en la luz. Pórtense como quienes pertenecen a la luz, pues la luz produce toda una cosecha de bondad, rectitud y verdad. Examinen siempre qué es lo que agrada al Señor. No compartan la conducta estéril de los que son de la oscuridad; más bien sáquenla a la luz. Pues hasta vergüenza da hablar de lo que ellos hacen en secreto; pero cuando todas las cosas son puestas al descubierto por la luz, quedan en claro, porque todo lo que se deja poner en claro, participa de la luz. Por eso se dice: “Despierta, tú que duermes; levántate de entre los muertos, y Cristo te alumbrará.” Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

9. Aclamación: Tu Palabra me da vida u otra.

10. Evangelio: Jn 9, 1-11.16.24-38

† Lectura del Evangelio según san Juan

Al salir, Jesús vio a su paso a un hombre que había nacido ciego. Sus discípulos le preguntaron:

—Maestro, ¿por qué nació ciego este hombre? ¿Por el pecado de sus padres, o por su propio pecado?

Jesús les contestó:

—Ni por su propio pecado ni por el de sus padres; fue más bien para que en él se demuestre lo que Dios puede hacer. Mientras es de día, tenemos que hacer el trabajo del que me envió; pues viene la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en este mundo, soy la luz del mundo.

Después de haber dicho esto, Jesús escupió en el suelo, hizo con la saliva un poco de lodo y se lo untó al ciego en los ojos. Luego le dijo:

—Ve a lavarte al estanque de Siloé (que significa: “Enviado”).

El ciego fue y se lavó, y cuando regresó ya podía ver. Los vecinos y los que antes lo habían visto pedir limosna se preguntaban:

— ¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?

Unos decían: —Sí, es él.

Otros decían: —No, no es él, aunque se le parece.

Pero él mismo decía: —Sí, yo soy.

Entonces le preguntaron: — ¿Y cómo es que ahora puedes ver?

Él les contestó: —Ese hombre que se llama Jesús hizo lodo, me lo untó en los ojos, y me dijo: ‘Ve al estanque de Siloé, y lávate.’ Yo fui, y en cuanto me lavé, pude ver.

Algunos fariseos dijeron: —El que hizo esto no puede ser de Dios, porque no respeta el sábado.

Pero otros decían: — ¿Cómo puede hacer estas señales milagrosas, si es pecador?

Los judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, y le dijeron:

—Dinos la verdad delante de Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es pecador.

Él les contestó: —Si es pecador, no lo sé. Lo que sí sé es que yo era ciego y ahora veo.

Volvieron a preguntarle: — ¿Qué te hizo? ¿Qué hizo para darte la vista?

Les contestó: —Ya se lo he dicho, pero no me hacen caso. ¿Por qué quieren que se lo repita? ¿Es que también ustedes quieren seguirlo?

Entonces lo insultaron, y le dijeron: —Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés. Y sabemos que Dios le habló a Moisés, pero de ese no sabemos ni siquiera de dónde ha salido.

El hombre les contestó: — ¡Qué cosa tan rara! Ustedes no saben de dónde ha salido, y en cambio a mí me ha dado la vista. Bien sabemos que Dios no escucha a los pecadores; solamente escucha a los que lo adoran y hacen su voluntad. Nunca se ha oído decir de nadie que diera la vista a una persona que nació ciega. Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada.

Le dijeron entonces: —Tú, que naciste lleno de pecado, ¿quieres darnos lecciones a nosotros?

Y lo expulsaron de la sinagoga.

Jesús oyó decir que habían expulsado al ciego; y cuando se encontró con él, le preguntó: — ¿Crees tú en el Hijo del hombre?

Él le dijo: —Señor, dime quién es, para que yo crea en él.

Jesús le contestó: —Ya lo has visto: soy yo, con quien estás hablando.

Entonces el hombre se puso de rodillas delante de Jesús, y le dijo:

—Creo, Señor. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

13. Oración de los Fieles

+ Oremos hermanos y hermanas, al Señor, que no desea la muerte del pecador sino que se convierta y viva, y pidámosle que tenga misericordia de su pueblo penitente. Respondemos todos: R. Escúchanos, Padre.

– Para que Dios aumente la fe y fortalezca la voluntad de los que se preparan a recibir en estos días cuaresmales el sacramento de la penitencia, y les conceda un verdadero arrepentimiento de sus culpas, roguemos al Señor. R.

– Para que el Señor abra la inteligencia y el corazón de los incrédulos, de manera que lleguen al conocimiento de la verdad, y en la fe encuentren aquel descanso que tanto desea su corazón, roguemos al Señor. R.

– Para que Dios conceda su ayuda a los enfermos, a los pobres, a los que se sienten tentados, y a todos aquellos que con su sufrimiento participan de la cruz de Cristo, roguemos al Señor. R.

– Para que todos nosotros perseveremos en el esfuerzo cuaresmal y lleguemos, purificados e iluminados, a las fiestas de Pascua que se acercan, roguemos al Señor. R.

+ Oremos: Dios rico en misericordia, que acoges con el abrazo del perdón a tus hijos que arrepentidos retornan a ti, escucha nuestras oraciones, perdona nuestros pecados y revístenos con vestiduras de fiesta para que podamos participar en el banquete pascual. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

21. Oración después de la Comunión 

+ Dios nuestro, luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestros corazones con el resplandor de tu gracia, para que nuestros pensamientos te sean agradables y te amemos con toda sinceridad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


3 de Marzo: LUNES – 4ª SEMANA CUARESMA

Is 65, 17-21 /Sal 29 / Jn 4,43-54 Morado

Salmo Responsorial: Del salmo 29

R. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

– Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.

– Tañed para el Señor, fieles suyos; dad gracias a su nombre santo; su cólera dura un instante; su bondad, de por vida; al atardecer nos visita el llanto por la mañana el júbilo. R.

– Escucha, Señor, y ten piedad de mí; Señor socórreme. Cambiaste mi luto en danzas. Señor, Dios mío te daré gracias por siempre. R.


4 de Marzo: MARTES – 4ª SEMANA DE CUARESMA

Ez 47, 1-9.12 / Sal 45 / Jn 5, 1-3a.5-16 Morado

Salmo Responsorial: Del salmo 45

R. Con nosotros está Dios, el Señor.

– Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, quien en todo peligro nos socorre. Por eso no tememos, aunque tiemble, y aunque al fondo del mar caigan los montes. R.

– Un río alegra a la ciudad de Dios, su morada el Altísimo hace santa. Teniendo a Dios Jerusalén no teme, porque Dios la protege desde el alba. R.

– Con nosotros está Dios, el Señor; el Dios de Israel es nuestra defensa. Vengan a ver las cosas sorprendentes que ha hecho el Señor sobre la tierra. R.


5 de Marzo: MIÉRCOLES – 4ª SEMANA DE CUARESMA

Is 49, 8-15/ Sal 144 / Jn 5,17-30 Morado

Salmo Responsorial: Del salmo 144

R. El Señor es compasivo y misericordioso.

– El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus criaturas. R.

– El Señor es siempre fiel a sus palabras y bondadoso en todas sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia. R.

– Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquéllos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca. R.


6 de Marzo: JUEVES – 4ª SEMANA DE CUARESMA

Ex 32,7-14/Sal 105/ Jn 5,31-47 Morado

Salmo Responsorial: Del salmo 105

R. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo.

– En el Horeb hicieron un becerro, un ídolo de oro, y lo adoraron. Cambiaron al Dios que era su gloria por la imagen de un buey que come pasto. R.

– Se olvidaron del Dios que los salvó, y que hizo portentos en Egipto, en la tierra de Cam, mil maravillas, y en las aguas del mar Rojo, sus prodigios. R.

– Por eso hablaba Dios de aniquilarlos; pero Moisés, que era su elegido, se interpuso, a fin de que, en su cólera, no fuera el Señor a destruirlos. R.


7 de Marzo: VIERNES – 4ª SEMANA DE CUARESMA

Sab 2, 1a.12-22 / Sal 33 / Jn 7, 1-2.10.25-30 Morado

Salmo Responsorial: Del Salmo 33

R. El Señor está cerca de los atribulados.

– El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. R.

– El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo librará el Señor. R.

– Él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a él. R.


8 de Marzo: SÁBADO – 4ª SEMANA DE CUARESMA

Jr 11, 18-20 / Sal 7 / Jn 7, 40-53 Morado

Salmo Responsorial: Del salmo 7

R. En ti, Señor, me refugio.

– En ti, Dios mío, me refugio: de mis perseguidores, sálvame. No permitas que algunos, como fieras, me destrocen y nadie me rescate. R.

– Tú que llegas, Señor, a lo más hondo del corazón humano, tú júzgame, Señor, según mis méritos; conforme a mi inocencia, da tu fallo. Apoya al hombre recto, por fin a la maldad de los malvados. R.

– Tengo mi escudo en Dios, que salva a los de recto corazón. Alabaré al Señor por su justicia y cantaré el nombre del altísimo. R.


9 de Marzo: QUINTO DOMINGO DE CUARESMA

Ez 37, 12-14 / Sal 129 / Rm 8, 8-11 / Jn 11, 1-45 Morado

5. Oración Colecta

+ Oremos: Ven, Señor, en nuestra ayuda, para que podamos vivir y actuar siempre con aquel amor que impulsó a tu Hijo a entregarse por nosotros. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

6. Primera Lectura: Ez 37, 12-14

Lectura del libro del profeta Ezequiel

Pues bien, háblales en mi nombre, y diles: ‘Esto dice el Señor: Pueblo mío, voy a abrir las tumbas de ustedes; voy a sacarlos de ellas y a hacerlos volver a la tierra de Israel. Y cuando yo abra sus tumbas y los saque de ellas, reconocerán ustedes, pueblo mío, que yo soy el Señor. Yo pondré en ustedes mi aliento de vida, y ustedes revivirán; y los instalaré en su propia tierra. Entonces sabrán que yo, el Señor, lo he dicho y lo he hecho. Yo, el Señor, lo afirmo.’ ” Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

7. Salmo Responsorial: Del salmo 129

R. Perdónanos, Señor, y viviremos.

– Desde el abismo de mis pecados clamo a ti, Señor; escucha mi clamor; estén atentos tus oídos a mi voz suplicante. R.

– Si conservaras el recuerdo de las culpas, Señor, ¿quién habría que se salvara? Pero de ti procede el perdón, por eso con amor te veneramos. R.

– Confío en el Señor, mi alma espera y confía en su Palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora. R.

– Porque del Señor viene la misericordia, la abundancia de la redención; y él redimirá a su pueblo de todas sus iniquidades. R.

8. Segunda Lectura: Rm 8, 8-11

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos

Hermanos: los que viven según las inclinaciones de la naturaleza débil no pueden agradar a Dios.

Pero ustedes ya no viven según esas inclinaciones, sino según el Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios vive en ustedes. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Pero si Cristo vive en ustedes, el espíritu vive porque Dios los ha hecho justos, aun cuando el cuerpo esté destinado a la muerte por causa del pecado. Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en ustedes. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

9. Aclamación: Tu Palabra me da vida u otra.

10. Evangelio: Jn 11, 1-4.7.11.17-29.32-35.38-45

† Lectura del Evangelio según san Juan

Había un hombre enfermo que se llamaba Lázaro, natural de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. Esta María, que era hermana de Lázaro, fue la que derramó perfume sobre los pies del Señor y los secó con sus cabellos. Así pues, las dos hermanas mandaron a decir a Jesús: —Señor, tu amigo querido está enfermo.

Jesús, al oírlo, dijo: —Esta enfermedad no va a terminar en muerte, sino que ha de servir para mostrar la gloria de Dios, y también la gloria del Hijo de Dios.

Después dijo a sus discípulos: —Vamos otra vez a Judea.

Después añadió: —Nuestro amigo Lázaro se ha dormido, pero voy a despertarlo.

Al llegar, Jesús se encontró con que ya hacía cuatro días que Lázaro había sido sepultado. Betania se hallaba cerca de Jerusalén, a unos tres kilómetros; y muchos de los judíos habían ido a visitar a Marta y a María, para consolarlas por la muerte de su hermano. Cuando Marta supo que Jesús estaba llegando, salió a recibirlo; pero María se quedó en la casa, Marta le dijo a Jesús: —Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas.

Jesús le contestó: —Tu hermano volverá a vivir.

Marta le dijo: —Sí, ya sé que volverá a vivir cuando los muertos resuciten, en el día último.

Jesús le dijo entonces:

—Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que todavía está vivo y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?

Ella le dijo: —Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.

Después de decir esto, Marta fue a llamar a su hermana María, y le dijo en secreto: —El Maestro está aquí y te llama.

Tan pronto como lo oyó, María se levantó y fue a ver a Jesús. Cuando María llegó a donde estaba Jesús, se puso de rodillas a sus pies, diciendo: —Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

Jesús, al ver llorar a María y a los judíos que habían llegado con ella, se conmovió profundamente y se estremeció, y les preguntó:

— ¿Dónde lo sepultaron?

Le dijeron: —Ven a verlo, Señor.

Y Jesús lloró.

Jesús, otra vez muy conmovido, se acercó a la tumba. Era una cueva, cuya entrada estaba tapada con una piedra. Jesús dijo: —Quiten la piedra.

Marta, la hermana del muerto, le dijo:

—Señor, ya huele mal, porque hace cuatro días que murió.

Jesús le contestó:

— ¿No te dije que, si crees, verás la gloria de Dios?

Quitaron la piedra, y Jesús, mirando al cielo, dijo:

—Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sé que siempre me escuchas, pero lo digo por el bien de esta gente que está aquí, para que crean que tú me has enviado.

Después de decir esto, gritó: — ¡Lázaro, sal de ahí!

Y el que había estado muerto salió, con las manos y los pies atados con vendas y la cara envuelta en un lienzo. Jesús les dijo:

—Desátenlo y déjenlo ir.

Por esto creyeron en Jesús muchos de los judíos que habían ido a acompañar a María y que vieron lo que él había hecho. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

13. Oración de los Fieles

+ Oremos, amados hermanos y hermanas, y pidamos la misericordia del Señor para que, compadeciéndose de su pueblo penitente, escuche nuestras plegarias. Respondemos todos: R. Por misericordia, Señor, escúchanos.

– Para que el Redentor del mundo, que se entregó a la muerte para vivificar a su pueblo, libere a la Iglesia de todo mal, roguemos al Señor. R.

– Para que el Redentor, que oró en la cruz por quienes lo crucificaban, interceda ante el Padre por los pecadores, roguemos al Señor. R.

– Para que el Redentor del mundo, que experimentó en la cruz el sufrimiento y la angustia, se compadezca de los que sufren, les dé fortaleza y paciencia y ponga fin a sus dolores, roguemos al Señor. R.

– Para que el Redentor del mundo nos consuele a nosotros, sus siervos, que en estos días nos disponemos a recordar con veneración su cruz y nos reconforte con la fuerza de su resurrección, roguemos al Señor. R.

+ Oremos: Dios de bondad, que quieres renovar en Cristo el universo entero, contempla nuestra miseria y, puesto que enviaste a tu Hijo al mundo no para condenarlo, sino para salvarlo, escucha nuestras oraciones, perdona nuestras culpas y haz que renazca en nuestros corazones la alegría de una vida nueva y exultante. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

21. Oración después de la Comunión 

+ Concédenos, Dios todopoderoso, a cuantos participamos del Cuerpo de tu Hijo, vivir siempre como miembros suyos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


10 de Marzo: LUNES – 5ª SEMANA DE CUARESMA

Dn 13,41-62 / Sal 22 / Jn 8,12-20 Morado

Salmo Responsorial: Del salmo 22

R. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque tú vas

Conmigo.

– El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar. R.

– Me conduce hacia fuentes tranquilas. y repara mis fuerzas. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre. R.

– Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R.

– Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R.


11 de Marzo: MARTES – 5ª SEMANA DE CUARESMA

Nm 21,4-9 /Sal 101 / Jn 8, 21-30 Morado

Salmo Responsorial: Del salmo 101

R. Señor, escucha mi plegaria.

– Señor, escucha mi plegaria; que a tu presencia lleguen mis clamores. El día de la desgracia, Señor, no me abandones. Cuando te invoque, escúchame y enseguida respóndeme. R.

– Cuando el Señor reedifique a Sión y aparezca glorioso, cuando oiga el clamor del oprimido y no se muestre a sus plegarias sordo, entonces al Señor temerán todos los pueblos y su gloria verán los poderosos. R.

– Esto se escribirá para el futuro y alabará al Señor el pueblo nuevo, porque el Señor, desde su altura santa, ha mirado a la tierra desde el cielo, para oír los gemidos del cautivo y librar de la muerte al prisionero. R.


12 de Marzo: MIÉRCOLES – 5ª SEMANA DE CUARESMA

Dn 3, 14-20.91-92.95 / Dn 3 / Jn 8, 31-42 Morado

Salmo Responsorial: Daniel 3

R. Bendito seas, Señor, para siempre.

– Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Bendito sea tu nombre santo y glorioso. R.

– Bendito seas en tu templo santo y glorioso. Bendito seas en el trono de tu reino. R.

– Bendito eres tú, Señor, que penetras con tu mirada los abismos y te sientas en un trono rodeado de querubines. Bendito seas, Señor, en la bóveda del cielo. R.


13 de Marzo: JUEVES – 5ª SEMANA DE CUARESMA

Gn 17, 3-9 / Sal 104 / Jn 8,51-59 Morado

Salmo Responsorial: Del salmo 104

R. El Señor nunca olvida sus promesas.

– Recurran al Señor y a su poder, búsquenlo sin descanso. Recuerden los prodigios que él ha hecho, sus portentos y oráculos. R.

– Descendientes de Abrahán su servidor, estirpe de Jacob, su predilecto, escuchen: el Señor es nuestro Dios y gobiernan la tierra sus decretos. R.

– Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abrahán, del juramento a Isaac, que un día le hiciera. R.


14 de Marzo: VIERNES – 5ª SEMANA DE CUARESMA

Jr 20, 10-13/Sal 17/ Jn 10,31-42 Morado

Salmo Responsorial: Del salmo 17

R. Sálvame, Señor, en el peligro.

– Yo te amo, Señor, tú eres mi fuerza, el Dios que me protege y me libera. R.

– Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo. R.

– Olas mortales me cercaban, torrentes destructores me envolvían; me alcanzaban las redes del abismo y me ataban los lazos de la muerte. R.

– En el peligro invoqué al Señor, en mi angustia le grité a mi Dios; desde su templo, él escuchó mi voz y mi grito llegó a sus oídos. R.


15 de Marzo: SÁBADO – 5ª SEMANA DE CUARESMA

Ez 37,21-28/ Jer 31 /Jn 11,45-56 Morado

Salmo Responsorial: Jeremías 31

R. El Señor cuidará a su pueblo como un pastor a su rebaño.

– Escuchen, pueblos, la palabra del Señor, anúncienla aun en las islas más remotas: El que dispersó a Israel lo reunirá y lo cuidará como el pastor a su rebaño. R.

– Porque el Señor redimió a Jacob y lo rescató de las manos del poderoso. Ellos vendrán para aclamarlo al monte Sión y vendrán a gozar de los bienes del Señor. R.

– Entonces se alegrarán danzando; se sentirán felices jóvenes y viejos, porque yo convertiré su tristeza en alegría, los llenaré de gozo y aliviaré sus penas. R.


16 de Marzo: DOMINGO DE RAMOS

Is 50, 4-7 / Sal 21 / Flp 2, 6-11 / Mt 26, 14-75; 27, 1-54 Rojo

Procesión con los Ramos

Se reúnen en un lugar conveniente, fuera del Templo.

Queridos hermanos y hermanas: Desde el principio de la Cuaresma nos venimos preparando con obras de penitencia y caridad.

Hoy, cercana ya la noche de Pascua, en comunión con toda la Iglesia, nos reunimos para iniciar la celebración de los misterios de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo. Acompañemos con fe y devoción a nuestro Salvador en su entrada a la ciudad santa, para que participando ahora de su cruz, merezcamos un día tener parte en la Resurrección.

Se hace la siguiente oración sobre los Ramos:

Oremos: Dios todopoderoso y eterno, dígnate bendecir † estos ramos y, a cuantos acompañamos jubilosos a Cristo, nuestro rey y Señor, concédenos reunirnos contigo en la Jerusalén del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

En silencio, rocía con agua bendita los ramos

Luego se proclama el Evangelio de la entrada del Señor.

Lectura del Evangelio según san Mateo. (21, 1-11)

Cuando ya estaban cerca de Jerusalén y habían llegado a Betfagé, al Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos, diciéndoles:

—Vayan a la aldea que está enfrente. Allí encontrarán una burra atada, y un burrito con ella. Desátenla y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo, díganle que el Señor los necesita y que en seguida los devolverá.

Esto sucedió para que se cumpliera lo que dijo el profeta, cuando escribió: “Digan a la ciudad de Sión: ‘Mira, tu Rey viene a ti, humilde, montado en un burro, en un burrito, cría de una bestia de carga.’ ”

Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado. Llevaron la burra y su cría, echaron sus capas encima de ellos, y Jesús montó. Había mucha gente. Unos tendían sus capas por el camino, y otros tendían ramas que cortaban de los árboles. Y tanto los que iban delante como los que iban detrás, gritaban:

— ¡Hosanna al Hijo del rey David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!

Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se alborotó, y muchos preguntaban: — ¿Quién es este?

Y la gente contestaba: —Es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Luego se va en procesión hacia el Templo.

5. Oración Colecta

+ Oremos: Dios todopoderoso y eterno, tú quisiste que nuestro Salvador se hiciese hombre y muriese en la cruz, para mostrar a la humanidad el ejemplo de una vida sumisa a tu voluntad; concédenos que las enseñanzas de su pasión nos sirvan de testimonio, para que, desde ahora participemos en su gloriosa resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

6. Primera Lectura: Is 50, 4-7

Lectura del libro del profeta Isaías

El Señor me ha instruido para que yo consuele a los cansados con palabras de aliento.

Todas las mañanas me hace estar atento para que escuche dócilmente.

El Señor me ha dado entendimiento, y yo no me he resistido ni le he vuelto las espaldas.

Ofrecí mis espaldas para que me azotaran y dejé que me arrancaran la barba.

No retiré la cara de los que me insultaban y escupían.

El Señor es quien me ayuda: por eso no me hieren los insultos; por eso me mantengo firme como una roca, pues sé que no quedaré en ridículo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

7. Salmo Responsorial: Del salmo 21

R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

– Al verme se burlan de mí, hacen muecas, mueven la cabeza:

«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere». R.

– Me acorrala una jauría de perros, me rodea una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos. R.

– Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.

– Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; linaje de Jacob, glorifíquenlo; témanlo, linaje de Israel. R.

8. Segunda Lectura: Flp 2, 6-11

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 

Tengan unos con otros la manera de pensar propia de quien está unido a Cristo Jesús, el cual: Aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró a su igualdad con él, sino que renunció a lo que era suyo y tomó naturaleza de siervo. Haciéndose como todos los hombres y presentándose como un hombre cualquiera, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz.

Por eso Dios le dio el más alto honor y el más excelente de todos los nombres, para que, ante ese nombre concedido a Jesús, doblen todos las rodillas en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra, y todos reconozcan que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

9. Aclamación: Tu Palabra me da vida u otra.

10. Evangelio: Mt 26, 14-16.20-21.30-34.40-41.46-50.56b-27,2.11-14.22-40.45-54

† Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

N. Uno de los doce discípulos, el que se llamaba Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes y les dijo:

P. — ¿Cuánto me quieren dar, y yo les entrego a Jesús?

N. Ellos le pagaron treinta monedas de plata. Y desde entonces Judas anduvo buscando el momento más oportuno para entregarles a Jesús.

Cuando llegó la noche, Jesús estaba a la mesa con los doce discípulos; y mientras comían, les dijo:

† —Les aseguro que uno de ustedes me va a traicionar.

N. Después de cantar los salmos, se fueron al Monte de los Olivos. Y Jesús les dijo:

† —Todos ustedes van a perder su fe en mí esta noche. Así lo dicen las Escrituras: ‘Mataré al pastor, y las ovejas se dispersarán.’ Pero cuando yo resucite, los volveré a reunir en Galilea.

N. Pedro le contestó:

P. —Aunque todos pierdan su fe en ti, yo no la perderé.

N. Jesús le dijo:

P. —Te aseguro que esta misma noche, antes que cante el gallo, me negarás tres veces.

N. Luego volvió a donde estaban los discípulos, y los encontró dormidos. Le dijo a Pedro:

† — ¿Ni siquiera una hora pudieron ustedes mantenerse despiertos conmigo? Manténganse despiertos y oren, para que no caigan en tentación. Ustedes tienen buena voluntad, pero son débiles. Levántense, vámonos; ya se acerca el que me traiciona.

N. Todavía estaba hablando Jesús, cuando Judas, uno de los doce discípulos, llegó acompañado de mucha gente armada con espadas y con palos. Iban de parte de los jefes de los sacerdotes y de los ancianos del pueblo. Judas, el traidor, les había dado una contraseña, diciéndoles: “Al que yo bese, ese es; arréstenlo.” Así que, acercándose a Jesús, dijo:

P. — ¡Buenas noches, Maestro!

N. Y lo besó. Jesús le contestó:

† —Amigo, adelante con tus planes.

N. Entonces los otros se acercaron, echaron mano a Jesús y lo arrestaron.

En aquel momento, todos los discípulos dejaron solo a Jesús y huyeron.

Los que habían arrestado a Jesús lo llevaron a la casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde los maestros de la ley y los ancianos estaban reunidos. Pedro lo siguió de lejos hasta el patio de la casa del sumo sacerdote. Entró, y se quedó sentado con los guardianes del templo, para ver en qué terminaría todo aquello.

Los jefes de los sacerdotes y toda la Junta Suprema buscaban alguna prueba falsa para condenar a muerte a Jesús, pero no la encontraron, a pesar de que muchas personas se presentaron y lo acusaron falsamente. Por fin se presentaron dos más, que afirmaron:

P. —Este hombre dijo: ‘Yo puedo destruir el templo de Dios y volver a levantarlo en tres días.

N. Entonces el sumo sacerdote se levantó y preguntó a Jesús:

P. — ¿No contestas nada? ¿Qué es esto que están diciendo contra ti?

N. Pero Jesús se quedó callado. El sumo sacerdote le dijo:

P. —En el nombre del Dios viviente te ordeno que digas la verdad. Dinos si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.

N. Jesús le contestó:

† —Tú lo has dicho. Y yo les digo también que ustedes van a ver al Hijo del hombre sentado a la derecha del Todopoderoso, y viniendo en las nubes del cielo.

N. Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas en señal de indignación, y dijo:

P. — ¡Las palabras de este hombre son una ofensa contra Dios! ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? Ustedes han oído sus palabras ofensivas; ¿qué les parece?

N. Ellos contestaron:

P. —Es culpable, y debe morir,

N. Entonces le escupieron en la cara y lo golpearon. Otros le pegaron en la cara, diciéndole:

P. —Tú que eres el Mesías, ¡adivina quién te pegó!

N. Pedro, entre tanto, estaba sentado afuera, en el patio. En esto, una sirvienta se le acercó y le dijo:

P. —Tú también andabas con Jesús, el de Galilea.

N. Pero Pedro lo negó delante de todos, diciendo:

P. —No sé de qué estás hablando.

N. Luego se fue a la puerta, donde otra lo vio y dijo a los demás:

P. —Ese andaba con Jesús, el de Nazaret.

N. De nuevo Pedro lo negó, jurando:

P. — ¡No conozco a ese hombre!

N. Poco después, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron:

P. —Seguro que tú también eres uno de ellos. Hasta en tu manera de hablar se te nota.

N. Entonces él comenzó a jurar y perjurar, diciendo:

P. — ¡No conozco a ese hombre!

N. En aquel mismo momento cantó un gallo, y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: “Antes que cante el gallo, me negarás tres veces”. Y salió Pedro de allí, y lloró amargamente.

Cuando amaneció, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos se pusieron de acuerdo en un plan para matar a Jesús. Lo llevaron atado y se lo entregaron a Pilato, el gobernador romano.

Jesús fue llevado ante el gobernador, que le preguntó:

P. — ¿Eres tú el Rey de los judíos?

N. Contestó Jesús.

† — Tú lo has dicho.

N. Mientras los jefes de los sacerdotes y los ancianos lo acusaban, Jesús no respondía nada. Por eso Pilato le preguntó:

P. — ¿No oyes todo lo que están diciendo contra ti?

N. Pero Jesús no le contestó ni una sola palabra; de manera que el gobernador se quedó muy extrañado.

Pilato les preguntó:

P. — ¿Y qué voy a hacer con Jesús, el que llaman el Mesías?

N. Todos contestaron:

P. — ¡Crucifícalo!

N. Pilato les dijo:

P. —Pues ¿qué mal ha hecho?

N. Pero ellos volvieron a gritar:

P. — ¡Crucifícalo!

N. Cuando Pilato vio que no conseguía nada, sino que el alboroto era cada vez mayor, mandó traer agua y se lavó las manos delante de todos, diciendo:

P. —Yo no soy responsable de la muerte de este hombre; es cosa de ustedes.

N. Toda la gente contestó:

P. — ¡Nosotros y nuestros hijos nos hacemos responsables de su muerte!

N. Luego mandó azotar a Jesús y lo entregó para que lo crucificaran. Los soldados del gobernador llevaron a Jesús al palacio y reunieron toda la tropa alrededor de él. Le quitaron su ropa, lo vistieron con una capa roja y le pusieron en la cabeza una corona tejida de espinas y una vara en la mano derecha. Luego se arrodillaron delante de él, y burlándose le decían:

P. — ¡Viva el Rey de los judíos!

N.  También lo escupían, y con la misma vara le golpeaban la cabeza. Después de burlarse así de él, le quitaron la capa roja, le pusieron su propia ropa y se lo llevaron para crucificarlo.

Al salir de allí, encontraron a un hombre llamado Simón, natural de Cirene, a quien obligaron a cargar con la cruz de Jesús.

Cuando llegaron a un sitio llamado Gólgota, (es decir, “Lugar de la Calavera”), le dieron a beber vino mezclado con hiel; pero Jesús, después de probarlo, no lo quiso beber.

Cuando ya lo habían crucificado, los soldados echaron suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús. Luego se sentaron allí para vigilarlo. Y por encima de su cabeza pusieron un letrero, donde estaba escrita la causa de su condena. El letrero decía: “Este es Jesús, el Rey de los judíos.”

También fueron crucificados con él dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Los que pasaban lo insultaban, meneando la cabeza y diciendo:

P. — ¡Tú ibas a derribar el templo y a reconstruirlo en tres días! ¡Si eres Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz!

N. Desde el mediodía y hasta las tres de la tarde, toda la tierra quedó en oscuridad. A esa misma hora, Jesús gritó con fuerza: “Elí, Elí, ¿lemá sabactani?” (es decir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”)

Algunos de los que estaban allí, lo oyeron y dijeron:

P. —Este está llamando al profeta Elías.

N. Al momento, uno de ellos fue corriendo en busca de una esponja, la empapó en vino agrio, la ató a una caña y se la acercó para que bebiera. Pero los otros dijeron:

P. —Déjalo, a ver si Elías viene a salvarlo.

N. Jesús dio otra vez un fuerte grito, y murió. En aquel momento el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló, las rocas se partieron y los sepulcros se abrieron; y hasta muchas personas santas, que habían muerto, volvieron a la vida.

Entonces salieron de sus tumbas, después de la resurrección de Jesús, y entraron en la santa ciudad de Jerusalén, donde mucha gente los vio.

Cuando el capitán y los que estaban con él vigilando a Jesús vieron el terremoto y todo lo que estaba pasando, se llenaron de miedo y dijeron:

P. — ¡De veras este hombre era Hijo de Dios!

Hasta aquí la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, según san Mateo. Gloria a ti, Señor Jesús.

13. Oración de los Fieles

+ Imploremos, hermanos y hermanas, a Jesús, que en la cruz presentó, oraciones y súplicas al Padre, y oremos también nosotros por todos los hombres. Respondemos: R. Escúchanos, Señor.

– Para que el Señor, tenga piedad de los fieles que han caído en el pecado, les dé valor para recurrir al sacramento de la penitencia y les conceda el gozo del perdón y de la paz, roguemos al Señor. R.

– Para que la sangre de Jesús, reconcilie con Dios a los que aún están lejos a causa de la ignorancia, la indiferencia, la maldad o las propias pasiones, roguemos al Señor. R.

– Para que el Señor, se apiade de los enfermos, los afligidos y los oprimidos y los conforte, roguemos al Señor. R.

– Para que el Señor, que recibió en su reino al ladrón arrepentido, se apiade de nosotros, nos dé sentimientos de contrición y nos admita, después de la muerte, en su paraíso, roguemos al Señor. R.

+ Oremos: Dios todopoderoso y eterno, que enviaste a tu Hijo al mundo, para que, con su pasión, destruyese el pecado y la muerte y, con su resurrección, nos dise la vida y la felicidad, escucha las oraciones de tu pueblo y haz que podamos gozar de los frutos de la cruz gloriosa de Jesucristo. El, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

21. Oración después de la Comunión 

+ Padre todopoderoso, que nos has alimentado con esta Comunión, y por medio de la muerte de tu Hijo nos das la esperanza de alcanzar lo que la fe nos promete; concédenos, Señor, llegar por medio de su Pasión, Muerte y Resurrección a la meta de nuestras esperanzas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


17 de Marzo: LUNES – SEMANA SANTA

Is 42, 1-7 / Sal 26 / Jn 12, 1-11 Morado

Salmo Responsorial: Del Salmo 26

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

– El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar? R.

– Cuando me asaltan los malvados para devorarme, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen. R.

– Aunque se lance contra mí un ejército, no temerá mi corazón; aun cuando hagan la guerra contra mí, tendré plena confianza en el Señor. R.

– La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Armate de valor y fortaleza y en el Señor confía. R.

18 de Marzo: MARTES – SEMANA SANTA

Is 49, 1-6 / Sal 70 / Jn 13, 21-33.36-38 Morado

Salmo Responsorial: Del salmo 70

R. Mi boca contará tu auxilio.

– A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. R.

– Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. R.

– Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza. Y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno, tú me sostenías. R.

– Mi boca contará tu auxilio, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. R.


19 de Marzo: MIÉRCOLES – SEMANA SANTA

Is 50, 4-9ª/ Sal 68/ Mt 26,14-25 Morado

Salmo Responsorial: Del Salmo 68

R. Por tu bondad, Señor, socórreme.

– Por Ti he sufrido injurias y la vergüenza cubre mi semblante. Extraño soy y advenedizo, aun para aquellos de mi propia sangre; pues me devora el celo de tu casa, el odio del que te odia en mí recae. R.

– La afrenta me destroza el corazón y desfallezco. Espero compasión y no la hallo; consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed me dieron vinagre. R.

– En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido. Se alegrarán al verlo los que sufren, quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre, ni olvida al que se encuentra encadenado. R.


20 de Marzo: JUEVES – SEMANA SANTA

Ex 12, 1-8.11-14/ Sal115 /1Cor 11,23-26 / Jn 13,1-15 Blanco

5. Oración Colecta

+ Oremos: Dios nuestro, que nos has reunido para celebrar aquella Cena en la cual tu Hijo único, antes de entregarse a la muerte confió a la Iglesia el sacrificio nuevo y eterno, sacramento de su amor, concédenos alcanzar por la participación en este sacramento la plenitud del amor y de la vida. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

6. Primera Lectura: Ex 12, 1-8.11-14

Lectura del libro del Éxodo

El Señor habló en Egipto con Moisés y Aarón, y les dijo:

Este mes será para ustedes el principal, el primer mes del año. Díganle a toda la comunidad israelita lo siguiente: El día diez de este mes, cada uno de ustedes tomará un cordero o un cabrito por familia, uno por cada casa. Y si la familia es demasiado pequeña para comerse todo el animal, entonces el dueño de la casa y su vecino más cercano lo comerán juntos, repartiéndoselo según el número de personas que haya y la cantidad que cada uno pueda comer. El animal deberá ser de un año, macho y sin defecto, y podrá ser un cordero o un cabrito. Lo guardarán hasta el catorce de este mes, y ese día todos y cada uno en Israel lo matarán al atardecer. Tomarán luego la sangre del animal y la untarán por todo el marco de la puerta de la casa donde coman el animal. Esa noche comerán la carne asada al fuego, con hierbas amargas y pan sin levadura. No coman ni un solo pedazo crudo o hervido. Todo el animal, lo mismo la cabeza que las patas y las entrañas, tiene que ser asado al fuego, y no deben dejar nada para el día siguiente. Si algo se queda, deberán quemarlo. Ya vestidos y calzados, y con el bastón en la mano, coman de prisa el animal, porque es la Pascua del Señor. Esa noche yo pasaré por todo Egipto, y heriré de muerte al hijo mayor de cada familia egipcia y a las primeras crías de sus animales, y dictaré sentencia contra todos los dioses de Egipto. Yo, el Señor, lo he dicho.

La sangre les servirá para que ustedes señalen las casas donde se encuentren. Y así, cuando yo hiera de muerte a los egipcios, ninguno de ustedes morirá, pues veré la sangre y pasaré de largo.  Éste es un día que ustedes deberán recordar y celebrar con una gran fiesta en honor del Señor. Lo celebrarán como una ley permanente que pasará de padres a hijos. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

7. Salmo Responsorial: Del salmo 115

R. Gracias, Señor, por tu sangre que nos lava. 

– ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. R.

– A los ojos del Señor es muy penoso que mueran sus amigos. De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo de tu esclava. R.

– Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré tu nombre; cumpliré mis promesas al Señor ante todo el pueblo. R.

8. Segunda Lectura: 1Cor 11,23-26

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios

Hermanos, yo recibí esta tradición dejada por el Señor, y que yo a mi vez les transmití: Que la misma noche que el Señor Jesús fue traicionado, tomó en sus manos pan y, después de dar gracias a Dios, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que muere en favor de ustedes. Hagan esto en memoria de mí.” Así también, después de la cena, tomó en sus manos la copa y dijo: “Esta copa es la nueva alianza confirmada con mi sangre. Cada vez que beban, háganlo en memoria de mí.” De manera que, hasta que venga el Señor, ustedes proclaman su muerte cada vez que comen de este pan y beben de esta copa. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

9. Aclamación: Tu Palabra me da vida u otra.

10. Evangelio: Los amó hasta el extremo

† Lectura del Evangelio según san Juan

Jn 13,1-15

Era antes de la fiesta de la Pascua, y Jesús sabía que había llegado la hora de que él dejara este mundo para ir a reunirse con el Padre. Él siempre había amado a los suyos que estaban en el mundo, y así los amó hasta el fin.

El diablo ya había metido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la idea de traicionar a Jesús. Jesús sabía que había venido de Dios, que iba a volver a Dios y que el Padre le había dado toda autoridad; así que, mientras estaban cenando, se levantó de la mesa, se quitó la capa y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.

Cuando iba a lavarle los pies a Simón Pedro, este le dijo:

—Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí?

Jesús le contestó: —Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás.

Pedro le dijo: — ¡Jamás permitiré que me laves los pies!

Respondió Jesús: —Si no te los lavo, no podrás ser de los míos.

Simón Pedro le dijo: — ¡Entonces, Señor, no me laves solamente los pies, sino también las manos y la cabeza!

Pero Jesús le contestó: —El que está recién bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está todo limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos.

Dijo: “No están limpios todos”, porque sabía quién lo iba a traicionar.

Después de lavarles los pies, Jesús volvió a ponerse la capa, se sentó otra vez a la mesa y les dijo:

— ¿Entienden ustedes lo que les he hecho? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Lavatorio de los Pies

Después de la predicación, el que preside comienza a hacer el lavatorio de pies de las doce personas que han sido elegidas para representar a los apóstoles. Es importante que estas personas representen a toda la Comunidad. Se les lava el pié derecho y luego el celebrante besa el pie que ha lavado y da un saludo de paz. Mientras tanto, se entonan cantos que se refieran a la caridad y al servicio.

13. Oración de los Fieles

+ Oremos a Dios Padre, que en Jesucristo su Hijo nos ha amado hasta el extremo. Respondemos todos: R. Te rogamos, Señor, óyenos.

– Por la Iglesia, cuerpo de Cristo: para que guarde la unidad en la caridad que quiso para ella Jesucristo, y así el mundo crea. Roguemos al Señor. R.

– Por los obispos, los presbíteros y todos los que ejercen algún ministerio en la Iglesia: que su vida sea, de servicio y entrega. Roguemos al Señor. R.

– Por la unión de los cristianos de Oriente y Occidente: para que encontremos la unidad en la Cena del Señor. Roguemos al Señor. R.

– Por los gobernantes de todas las naciones: para que sirvan a sus pueblos promoviendo la justicia y la paz. Roguemos al Señor. R.

– Por nosotros, reunidos para participar en la Cena del Señor: para que, siguiendo el ejemplo de Cristo, vivamos el mandamiento nuevo de amar a todos, incluso a los que nos quieren mal. Roguemos al Señor. R.

+ Oremos: Dios, Padre nuestro, que has amado tanto al mundo que entregaste a tu Hijo a la muerte por nosotros, escucha nuestras súplicas y concédenos lo que te pedimos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

21. Oración después de la Comunión 

+ Señor, Tú que nos permites disfrutar en esta vida de la Cena instituida por tu Hijo, concédenos participar también del banquete celestial de tu Reino. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


21 de Marzo: VIERNES – SEMANA SANTA

Is52,13-15; 53,1-12/Sal30 / Heb 4,14-16;5,7-9 /Jn18,1-40;19,1-42 Rojo

Hoy no se celebra la Misa, sino solamente los Oficios especiales. Por eso la Celebración sigue un orden diferente. Normalmente la celebración se hace por la tarde. Se entra en silencio y lo primero que se hace es la siguiente oración:

5. Oración:

+ ¡Oh Dios!, tu Hijo Jesucristo, Señor nuestro, por medio de su pasión ha destruido la muerte, que, como consecuencia del antiguo pecado, a todos los humanos alcanza. Concédenos hacernos semejantes a él. De este modo, los que hemos llevado grabada, por exigencia de la naturaleza humana, la imagen de Adán, el humano terreno, llevaremos grabada en adelante, por la acción santificadora de tu gracia, la imagen de Jesucristo, el humano celestial. Él que vive y reina, por lo siglos de los siglos. Amén.

6. Primera Lectura: Is 52,13-15; 53,1-12

Lectura del libro del profeta Isaías

Mi siervo tendrá éxito, será levantado y puesto muy alto.

Así como muchos se asombraron de él, al ver su semblante, tan desfigurado que había perdido toda apariencia humana, así también muchas naciones se quedarán admiradas; los reyes, al verlo, no podrán decir palabra, porque verán y entenderán algo que nunca habían oído.

¿Quien va a creer lo que hemos oído?

¿A quién ha revelado el Señor su poder?

El Señor quiso que su siervo creciera como planta tierna que hunde sus raíces en la tierra seca.

No tenía belleza ni esplendor, su aspecto no tenía nada atrayente; los hombres lo despreciaban y lo rechazaban.

Era un hombre lleno de dolor, acostumbrado al sufrimiento.

Como a alguien que no merece ser visto, lo despreciamos, no lo tuvimos en cuenta.

Y sin embargo él estaba cargado con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores.

Nosotros pensamos que Dios lo había herido, que lo había castigado y humillado.

Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades; el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus heridas alcanzamos la salud.

Todos nosotros nos perdimos como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, pero el Señor cargó sobre él la maldad de todos nosotros.

Fue maltratado, pero se sometió humildemente, y ni siquiera abrió la boca; lo llevaron como cordero al matadero, y él se quedó callado, sin abrir la boca, como una oveja cuando la trasquilan.

Se lo llevaron injustamente, y no hubo quien lo defendiera; nadie se preocupó de su destino.

Lo arrancaron de esta tierra, le dieron muerte por los pecados de mi pueblo.

Lo enterraron al lado de hombres malvados, lo sepultaron con gente perversa, aunque nunca cometió ningún crimen ni hubo engaño en su boca.

El Señor quiso oprimirlo con el sufrimiento.

Y puesto que él se entregó en sacrificio por el pecado, tendrá larga vida y llegará a ver a sus descendientes; por medio de él tendrán éxito los planes del Señor.

Después de tanta aflicción verá la luz y quedará satisfecho al saberlo; el justo siervo del Señor liberará a muchos, pues cargará con la maldad de ellos.

Por eso Dios le dará un lugar entre los grandes, y con los poderosos participará del triunfo, porque se entregó a la muerte y fue contado entre los malvados, cuando en realidad cargó con los pecados de muchos e intercedió por los pecadores. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

7. Salmo Responsorial: Del salmo 30

R. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

– A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado. En tus manos encomiendo mi espíritu; tú, mi Dios leal, me librarás. R.

– Soy la burla de mis enemigos, mis vecinos y parientes de mí se espantan, los que me ven pasar huyen de mí. Estoy en el olvido, como un muerto, me han desechado como objeto tirado en la basura. R.

– Pero yo, Señor, en ti confío. Tú eres mi Dios. En tus manos está mi destino. Líbrame de los enemigos que me persiguen. R.

– Vuelve, Señor, tus ojos a tu siervo, sálvame por tu misericordia. Sean fuertes y valientes de corazón, los que esperan en el Señor. R.

8. Segunda Lectura: Heb 4,14-16;5,7-9

Lectura de la carta a los Hebreos 

Hermanos: Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro gran Sumo Sacerdote que ha entrado en el cielo. Por eso debemos seguir firmes en la fe que profesamos. Pues nuestro Sumo Sacerdote puede compadecerse de nuestra debilidad, porque él también estuvo sometido a las mismas pruebas que nosotros; solo que él jamás pecó.

Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios amoroso, para que él tenga misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de necesidad.

Mientras Cristo estuvo viviendo aquí en el mundo, con voz fuerte y muchas lágrimas oró y suplicó a Dios, que tenía poder para librarlo de la muerte; y por su obediencia, Dios lo escuchó. Así que Cristo, a pesar de ser Hijo, sufriendo aprendió lo que es la obediencia; y al perfeccionarse de esa manera, llegó a ser fuente de salvación eterna para todos los que lo obedecen. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

9. Aclamación: Tu Palabra me da vida u otra.

10. Evangelio: Jn18,1-5.12-17.19.21.25-19,20.23ª.25-30.34ª.

† Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan

N. Después de decir esto, Jesús salió con sus discípulos para ir al otro lado del arroyo de Cedrón. Allí había un huerto, donde Jesús entró con sus discípulos. También Judas, el que lo estaba traicionando, conocía el lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. Así que Judas llegó con una tropa de soldados y con algunos guardianes del templo enviados por los jefes de los sacerdotes y por los fariseos. Estaban armados, y llevaban lámparas y antorchas. Pero como Jesús ya sabía todo lo que le iba a pasar, salió y les preguntó:

† — ¿A quién buscan?

N. Ellos le contestaron:

P. —A Jesús de Nazaret.

N. Jesús dijo:

† —Yo soy.

N. Los soldados de la tropa, con su comandante y los guardianes judíos del templo, arrestaron a Jesús y lo ataron. Lo llevaron primero a la casa de Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Este Caifás era el mismo que había dicho a los judíos que era mejor para ellos que un solo hombre muriera por el pueblo.

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. El otro discípulo era conocido del sumo sacerdote, de modo que entró con Jesús en la casa; pero Pedro se quedó fuera, a la puerta. Por esto, el discípulo conocido del sumo sacerdote salió y habló con la portera, e hizo entrar a Pedro. La portera le preguntó a Pedro:

P. — ¿No eres tú uno de los discípulos de ese hombre?

N. Pedro contestó:

P. —No, no lo soy.

N. El sumo sacerdote comenzó a preguntarle a Jesús acerca de sus discípulos y de lo que él enseñaba. Jesús le dijo:

† —Yo he hablado públicamente delante de todo el mundo; siempre he enseñado en las sinagogas y en el templo, donde se reúnen todos los judíos; así que no he dicho nada en secreto. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregúntales a los que me han escuchado, y que ellos digan de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho.

N. Entre tanto, Pedro seguía allí, calentándose junto al fuego. Le preguntaron:

P. — ¿No eres tú uno de los discípulos de ese hombre?

N. Pedro lo negó, diciendo:

P. —No, no lo soy.

N. Luego le preguntó uno de los criados del sumo sacerdote, pariente del hombre a quien Pedro le había cortado la oreja:

P. — ¿No te vi con él en el huerto?

N. Pedro lo negó otra vez, y en ese mismo instante cantó el gallo. 

Llevaron a Jesús de la casa de Caifás al palacio del gobernador romano. Como ya comenzaba a amanecer, los judíos no entraron en el palacio, pues de lo contrario faltarían a las leyes sobre la pureza ritual y entonces no podrían comer la cena de Pascua. Por eso Pilato salió a hablarles. Les dijo:

P. — ¿De qué acusan a este hombre?

N. Le contestaron:

P. —Si no fuera un criminal, no te lo habríamos entregado.

N. Pilato les dijo:

P. —Llévenselo ustedes, y júzguenlo conforme a su propia ley.

N. Pero las autoridades judías contestaron:

P. —Los judíos no tenemos el derecho de dar muerte a nadie.

N. Así se cumplió lo que Jesús había dicho sobre la manera en que tendría que morir. Pilato volvió a entrar en el palacio, llamó a Jesús y le preguntó:

P. — ¿Eres tú el Rey de los judíos?

N. Jesús le dijo:

† —¿Eso lo preguntas tú por tu cuenta, o porque otros te lo han dicho de mí?

N. Le contestó Pilato:

P. — ¿Acaso yo soy judío? Los de tu nación y los jefes de los sacerdotes son los que te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?

N. Jesús le contestó:

† —Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, tendría gente a mi servicio que pelearía para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.

N. Le preguntó entonces Pilato:

P. — ¿Así que tú eres rey?

P. Jesús le contestó:

† —Tú lo has dicho: soy rey. Yo nací y vine al mundo para decir lo que es la verdad. Y todos los que pertenecen a la verdad, me escuchan.

N. Pilato le dijo:

P. — ¿Y qué es la verdad?

N. Después de hacer esta pregunta, Pilato salió otra vez a hablar con los judíos, y les dijo:

P. —Yo no encuentro ningún delito en este hombre. Pero ustedes tienen la costumbre de que yo les suelte un preso durante la fiesta de la Pascua: ¿quieren que les deje libre al Rey de los judíos?

N. Todos volvieron a gritar:

P. — ¡A ese no! ¡Suelta a Barrabás!

N. Y Barrabás era un bandido.

Pilato tomó entonces a Jesús y mandó azotarlo. Los soldados trenzaron una corona de espinas, la pusieron en la cabeza de Jesús y lo vistieron con una capa de color rojo oscuro. Luego se acercaron a él, diciendo:

P. — ¡Viva el Rey de los judíos!

N. Y le pegaban en la cara.

Pilato volvió a salir, y les dijo:

P. —Miren, aquí lo traigo, para que se den cuenta de que no encuentro en él ningún delito.

N. Salió, pues, Jesús, con la corona de espinas en la cabeza y vestido con aquella capa de color rojo oscuro. Pilato dijo:

P. — ¡Ahí tienen a este hombre!

N. Cuando lo vieron los jefes de los sacerdotes y los guardianes del templo, comenzaron a gritar:

P. — ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!

N. Pilato les dijo:

P. —Pues llévenselo y crucifíquenlo ustedes, porque yo no encuentro ningún delito en él.

N. Las autoridades judías le contestaron:

P. —Nosotros tenemos una ley, y según nuestra ley debe morir, porque se ha hecho pasar por Hijo de Dios.

N. Al oír esto, Pilato tuvo más miedo todavía. Entró de nuevo en el palacio y le preguntó a Jesús:

P. — ¿De dónde eres tú?

N. Pero Jesús no le contestó nada. Pilato le dijo:

P. — ¿Es que no me vas a contestar? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, lo mismo que para ponerte en libertad?

N. Entonces Jesús le contestó:

† —No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si Dios no te lo hubiera permitido; por eso, el que me entregó a ti es más culpable de pecado que tú

N. Desde aquel momento, Pilato buscaba la manera de dejar libre a Jesús; pero los judíos le gritaron:

P. — ¡Si lo dejas libre, no eres amigo del emperador! ¡Cualquiera que se hace rey, es enemigo del emperador!

N. Pilato, al oír esto, sacó a Jesús, y luego se sentó en el tribunal, en el lugar que en hebreo se llamaba Gabatá, que quiere decir El Empedrado. Era el día antes de la Pascua, como al mediodía. Pilato dijo a los judíos:

P. — ¡Ahí tienen a su rey!

N. Pero ellos gritaron:

P. — ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Crucifícalo!

N. Pilato les preguntó:

P. — ¿Acaso voy a crucificar a su rey?

N. Y los jefes de los sacerdotes le contestaron:

P. — ¡Nosotros no tenemos más rey que el emperador!

N. Entonces Pilato les entregó a Jesús para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron.

Jesús salió llevando su cruz, para ir al llamado “Lugar de la Calavera” (que en hebreo se llama Gólgota). Allí lo crucificaron, y con él a otros dos, uno a cada lado, quedando Jesús en el medio. Pilato escribió un letrero que decía: “Jesús de Nazaret, Rey de los judíos”, y lo mandó poner sobre la cruz. Muchos judíos leyeron aquel letrero, porque el lugar donde crucificaron a Jesús estaba cerca de la ciudad, y el letrero estaba escrito en hebreo, latín y griego.

Después que los soldados crucificaron a Jesús.

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María Magdalena. Cuando Jesús vio a su madre, y junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, dijo a su madre:

† —Mujer, ahí tienes a tu hijo.

N. Luego le dijo al discípulo:

† —Ahí tienes a tu madre.

N. Desde entonces, ese discípulo la recibió en su casa.

Después de esto, como Jesús sabía que ya todo se había cumplido, y para que se cumpliera la Escritura, dijo:

† —Tengo sed.

Había allí un jarro lleno de vino agrio. Empaparon una esponja en el vino, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús bebió el vino agrio, y dijo:

† —Todo está cumplido.

N. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.

Uno de los soldados le atravesó el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua. Hasta aquí la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, según san Juan.

13. Oración de los Fieles: Se hace la siguiente oración universal:

– Por la Santa Iglesia: Oremos, hermanos y hermanas, por la santa Iglesia de Dios, para que el Señor le conceda la paz y la unidad, la proteja en todo el mundo y nos conceda una vida serena para alabar a Dios Padre todopoderoso.

+ Dios todopoderoso y eterno, que en Cristo revelaste tu gloria a todas las naciones, conserva la obra de tu amor para que tu Iglesia, extendida por todo el mundo, persevere con fe inquebrantable en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

– Por el Obispo de Roma: Oremos por el Sucesor de Pedro, para que Dios nuestro Señor, que lo eligió para presidir en la caridad, lo asista y proteja para que se convierta en signo de unidad entre los cristianos.

+ Dios todopoderoso y eterno, cuya providencia gobierna todas las cosas: atiende nuestras súplicas has que el obispo de Roma, redescubriendo el ministerio confiado a apóstol Pedro, se convierta en signo y vínculo de unidad entre todos los cristianos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

– Por el pueblo de Dios y sus ministros: Oremos también por los obispos, presbíteros, diáconos, y por todos los miembros del pueblo Santo de Dios.

+ Dios todopoderoso y eterno, que con tu Espíritu santificas y gobiernas a toda tu Iglesia; escucha nuestras súplicas y concédenos tu gracia para que todos, según nuestra vocación, podamos servirte con fidelidad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

– Por los catecúmenos: Oremos también por los catecúmenos, para que Dios nuestro Señor les ilumine interiormente y les comunique su amor; y para que, mediante el bautismo, se les perdonen todos sus pecados y queden incorporados a Cristo, nuestro Señor.

+ Dios todopoderoso y eterno, que sin cesar concedes nuevos hijos a tu Iglesia; aumenta en los catecúmenos el conocimiento de su fe, para que puedan renacer por el bautismo a la vida nueva de tus hijos de adopción. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

– Por la unidad de los cristianos: Oremos también por todos los hermanos que creen en Cristo, para que Dios nuestro Señor les conceda vivir sinceramente lo que profesan y se digne reunirlos para siempre en un solo rebaño.

+ Dios todopoderoso y eterno, que reúnes a los que están dispersos y los mantienes en la unidad; mira con amor a todos los cristianos, a fin de que cuantos están consagrados por un solo bautismo formen una sola familia unida por el amor y la integridad de la fe. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

– Por los judíos: Oremos también por el pueblo judío, al que Dios habló por medio de los profetas, para que el Señor le conceda progresar continuamente en el amor a su nombre y en la fidelidad a su alianza.

+ Dios todopoderoso y eterno, que prometiste llenar de bendiciones a Abrahán y su descendencia; escucha las súplicas de tu Iglesia y concede al pueblo de la primitiva alianza alcanzar la plenitud de la redención. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

– Por los que no creen en Cristo: Oremos también por los que no creen en Cristo, para que, iluminados por el Espíritu Santo, puedan encontrar el camino de la salvación.

+ Dios todopoderoso y eterno, concede a quienes no creen en Cristo buscar sinceramente agradarte para que encuentren la verdad; y a nosotros, tus fieles, concédenos progresar en el amor fraterno y en el deseo de conocerte más, para dar al mundo un testimonio creíble de tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

– Por los que no creen en Dios: Oremos también por los que no admiten a Dios, para que obren siempre con bondad y rectitud y puedan alcanzar el premio de llegar a él.

+ Dios todopoderoso y eterno, que creaste a los seres humanos para que te busquen, y, sólo al encontrarte hallen descanso; concédenos que, en medio de las adversidades de este mundo, todos reconozcan las señales de tu amor y estimulados por el testimonio de nuestra vida tengan por fin la alegría de reconocerte como único Dios y Padre de todos los humanos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

– Por los gobernantes: Oremos también por los gobernantes de todas las naciones, para que Dios nuestro Señor les inspire decisiones que promuevan el bien común en un ambiente de paz y libertad.

+ Dios todopoderoso y eterno, en cuyas manos está mover el corazón de los humanos y defender los derechos de los pueblos; asiste a los que gobiernan para que, con tu ayuda, promuevan una paz duradera, un auténtico progreso social y una verdadera libertad religiosa. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

– Por los que se encuentran en alguna tribulación: Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso por todos los que en el mundo sufren las consecuencias del pecado, para que cure a los enfermos, dé alimento a los que padecen hambre, libere de la injusticia a los perseguidos, redima a los encarcelados, conceda volver a casa a los emigrantes y desterrados, proteja a los que viajan y dé la salvación a los moribundos.

+ Dios todopoderoso y eterno, consuelo de los que lloran y fuerza de los que sufren; lleguen hasta ti las súplicas de quienes te invocan en su tribulación, para que sientan en sus adversidades la ayuda de tu misericordia. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Veneración de la Cruz

Si se considera oportuno, después de la oración universal, se puede pasar a venerar la cruz. Si no se considera oportuno, se pasa directamente a la distribución de la comunión. Si se hace la veneración, se procede de la siguiente manera:

Se muestra tres veces la cruz y cuando se muestra se canta o se dice la siguiente frase:

+ «Miren el árbol de la cruz, del cual estuvo colgada la salvación».

Todos responden:

R. «Vengan a venerarlo».

Después todos los participantes pasan a besar la cruz, en señal de veneración.

Luego se sigue con la guía a partir del Padre nuestro. (seguir a partir del número 17 del Esquema de Celebración)

21. Oración después de la Comunión 

+ Que tu bendición, Señor, descienda con abundancia sobre este pueblo, que ha celebrado la muerte de tu Hijo con la esperanza de su santa resurrección; venga sobre él tu perdón, concédele tu consuelo, acrecienta su fe y consolida en él la redención eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


22 de Marzo: SÁBADO – VIGILIA PASCUAL

Ex 14,15-31;15,1/Ez 36,16-28/ Rm 6,3-11/Sal 117/ Mt 28,1-10 Blanco

La celebración de la Vigilia Pascual, es la más importante de todas las celebraciones cristianas, porque conmemora la resurrección de Jesucristo. Consta de varias partes:

- La bendición del fuego nuevo, encendida del cirio y proclamación de la Resurrección de Cristo.

- Las lecturas del Antiguo Testamento, recordando la Pascua.

- Las lecturas del Nuevo Testamento.

- La bendición del agua y la renovación de las promesas bautismales.

- La distribución de la Comunión, siguiendo el esquema a partir del No. 13.

La bendición del fuego nuevo, encendida del cirio y proclamación de la Resurrección de Cristo.

Se apagan las luces de la iglesia. En un lugar adecuado fuera del templo, se enciende el fuego.

Se hace el siguiente saludo.

– Hermanos: en esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo pasó de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Si conmemoramos así la Pascua del Señor, escuchando su palabra y participando en sus sacramentos, podremos esperar tener parte en su triunfo sobre la muerte y vivir con él siempre en Dios.

+ Oremos: Dios nuestro, que por medio de tu Hijo has comunicado el fuego de tu luz: bendice † este fuego, y concédenos que la celebración de estas fiestas pascuales encienda en nosotros el deseo del cielo, para que podamos llegar con el espíritu renovado a la fiesta de la eterna luz.

Bendecido el nuevo fuego, un servidor lleva el cirio pascual ante el que preside, y con un punzón graba la cruz en el mismo cirio. Después hace sobre él la letra griega alfa, y debajo la letra omega, y entre los brazos de la cruz los números que expresan el año en curso, mientras dice:

Cristo ayer y hoy. (Traza la línea vertical.)

Principio y fin. (Traza la línea horizontal.)

Alfa. (Traza la letra alfa arriba de la línea vertical.)

Y omega. (Traza la letra omega debajo de la línea vertical.)

Suyo es el tiempo. (Traza el número “2” en el ángulo superior izquierdo de la cruz.)

Y la eternidad. (Traza el número “0” el ángulo superior derecho.)

A él la gloria y el poder. (Traza número “0” en el ángulo inferior izquierdo.)

Por los siglos de los siglos. Amén. (Traza el “8” en el ángulo inferior derecho.)

Seguidamente, del fuego nuevo se enciende el cirio pascual, diciendo:

La luz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu.

Después se entra en procesión al Templo, el cirio lo lleva el que preside. Dice o canta al inicio de la procesión, a la entrada al Templo y al llegar al altar la frase:

Luz de Cristo.

Y todos responden: Demos gracias a Dios.

En la entrada del templo todos encienden las velas que llevan, del cirio que se ha bendecido y al llegar al altar, se prenden las luces del templo.

Después, desde el ambón, el que preside u otro ministro elegido, hace la proclamación de la Resurrección, recitando o cantando el Pregón Pascual:

En verdad es justo y necesario, aclamar con nuestras voces y con todo el afecto del corazón a Dios invisible, el Padre todopoderoso, y a su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo.

Porque él ha pagado por nosotros al eterno Padre la deuda de Adán y, derramando su sangre, canceló la condena del antiguo pecado.

Porque éstas son las fiestas de Pascua, en las que se inmola el verdadero Cordero, cuya sangre consagra las puertas de los fieles.

Esta es la noche en que sacaste de Egipto a los israelitas, nuestros padres, y los hiciste pasar a pie el mar Rojo.

Esta es la noche en que el fuego esclareció en las tinieblas del pecado.

Esta es la noche en la que, los que creen en Cristo por toda la tierra, son arrancados de los vicios del mundo y de la oscuridad del pecado, son restituidos a la gracia y son agregados a los santos.

Esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo.

¿De que nos serviría haber nacido si no hubiéramos sido rescatados? ¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!

¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado por la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal redentor!

¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento que Cristo resucitó de entre los muertos.

Esta es la noche de la que estaba escrito: «Será la noche clara como el día, la noche iluminada por mi gozo». Y así, esta noche santa ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos. Amén.

Las lecturas del Antiguo Testamento, recordando la Pascua.

Primera Lectura: Ex 14,15-31; 15,1

Lectura del libro del Éxodo

Entonces el Señor le dijo a Moisés:

— ¿Por qué me pides ayuda? ¡Ordena a los israelitas que sigan adelante! Y tú, levanta tu bastón, extiende tu brazo y parte el mar en dos, para que los israelitas lo crucen en seco. Yo voy a hacer que los egipcios se pongan tercos y los persigan; entonces mostraré mi poder en el faraón y en todo su ejército, y en sus carros y caballería. Cuando haya mostrado mi poder en el faraón, y en sus carros y caballería, los egipcios sabrán que yo soy el Señor.

En ese momento el ángel de Dios y la columna de nube, que marchaban al frente de los israelitas, cambiaron de lugar y se pusieron detrás de ellos. Así la columna de nube quedó entre el ejército egipcio y los israelitas; para los egipcios era una nube oscura, pero a los israelitas los alumbraba. Por eso los egipcios no pudieron alcanzar a los israelitas en toda la noche.

Moisés extendió su brazo sobre el mar, y el Señor envió un fuerte viento del este que sopló durante toda la noche y partió el mar en dos. Así el Señor convirtió el mar en tierra seca, y por tierra seca lo cruzaron los israelitas, entre dos murallas de agua, una a la derecha y otra a la izquierda.

Toda la caballería y los carros del faraón entraron detrás de ellos, y los persiguieron hasta la mitad del mar; pero a la madrugada el Señor miró de tal manera al ejército de los egipcios, desde la columna de fuego y de nube, que provocó un gran desorden entre ellos; descompuso además las ruedas de sus carros, de modo que apenas podían avanzar. Entonces los egipcios dijeron:

—Huyamos de los israelitas, pues el Señor pelea a favor de ellos y contra nosotros.

Pero el Señor le dijo a Moisés:

—Extiende tu brazo sobre el mar, para que el agua regrese y caiga sobre los egipcios, y sobre sus carros y caballería.

Moisés extendió su brazo sobre el mar y, al amanecer, el agua volvió a su cauce normal. Cuando los egipcios trataron de huir, se toparon con el mar, y así el Señor los hundió en él. Al volver el agua a su cauce normal, cubrió los carros y la caballería, y todo el ejército que había entrado en el mar para perseguir a los israelitas. Ni un solo soldado del faraón quedó vivo. Sin embargo, los israelitas cruzaron el mar por tierra seca, entre dos murallas de agua, una a la derecha y otra a la izquierda.

En aquel día el Señor salvó a los israelitas del poder de los egipcios, y los israelitas vieron los cadáveres de los egipcios a la orilla del mar. Al ver los israelitas el gran poder que el Señor había desplegado contra Egipto, mostraron reverencia ante el Señor y tuvieron confianza en él y en su siervo Moisés.

Entonces Moisés y los israelitas entonaron este canto en honor del Señor:

“Cantaré en honor del Señor, que tuvo un triunfo maravilloso al hundir en el mar caballos y jinetes.” Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial: Éxodo 15

R. Alabemos al Señor por su victoria.

– Cantemos al Señor, sublime es su victoria: caballos y jinetes arrojó en el mar. Mi fortaleza y mi canto es el Señor, él es mi salvación, él es mi Dios, yo lo alabaré; es el Dios de mis padres, yo le cantaré. R.

– El Señor es un guerrero, su nombre es el Señor. Precipitó en el mar los carros del faraón y a sus guerreros; ahogó en el mar Rojo a sus mejores capitanes. R.

– El mar cayó sobre ellos; en las temibles aguas como plomo se hundieron. Extendiste tu diestra, Señor, y se los tragó la tierra. R.

– Tú llevas a tu pueblo para plantarlo en el monte que le diste en herencia, en el lugar que convertiste en tu morada, en el santuario que construyeron tus manos. Tú, Señor, reinarás para siempre. R.

+ Oremos:

Tus antiguos prodigios se renuevan, Señor, también en nuestros tiempos, pues lo que tu poder hizo con las aguas para librar un solo pueblo de la esclavitud del faraón, lo repites ahora por medio del agua del bautismo, para salvar a todas las naciones. Concede a los humanos del mundo entero contarse entre los hijos de Abrahán y participar de la dignidad del pueblo elegido. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Segunda Lectura: Ez 36,16-28

Lectura del libro del profeta Ezequiel

El Señor se dirigió a mí, y me dijo: “Cuando los israelitas vivían en su tierra, la profanaron con sus malas acciones. Su manera de vivir era para mí algo sucio y repugnante. Entonces descargué mi ira sobre ellos por los asesinatos que cometieron en el país y por la manera en que lo profanaron adorando a los ídolos, y en castigo de sus malas acciones los dispersé entre los demás países y naciones. Pero en todos los pueblos a donde ellos llegaban, ofendían mi santo nombre, pues la gente decía: ‘Estos son el pueblo del Señor, pero tuvieron que salir de su país.’ Entonces me dolió ver que, por culpa de Israel, mi santo nombre era profanado en cada nación adonde ellos llegaban.

“Por eso, dile al pueblo de Israel: ‘Esto dice el Señor: Lo que voy a realizar no es por causa de ustedes, israelitas, sino por mi santo nombre, que ustedes han ofendido entre las naciones a donde han ido. Yo voy a mostrar ante las naciones la santidad de mi gran nombre, que ustedes han ofendido entre ellas; cuando yo lo haga, ellas reconocerán que yo soy el Señor. Yo, el Señor, lo afirmo. Yo los sacaré a ustedes de todas esas naciones y países; los reuniré y los haré volver a su tierra. Los lavaré con agua pura, los limpiaré de todas sus impurezas, los purificaré del contacto con sus ídolos; pondré en ustedes un corazón nuevo y un espíritu nuevo. Quitaré de ustedes ese corazón duro como la piedra y les pondré un corazón dócil. Pondré en ustedes mi espíritu, y haré que cumplan mis leyes y decretos; vivirán en el país que di a sus padres, y serán mi pueblo y yo seré su Dios. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial: De los salmos 41 y 42

R. Estoy sediento del Dios que da la vida.

– Como el venado busca el agua de los ríos, así cansada, mi alma te busca a ti, Dios mío. R.

– Del Dios que da la vida está mi ser sediento. ¿Cuándo será posible ver de nuevo su templo? R.

– Recuerdo cuando íbamos a casa del Señor, cantando, jubilosos, alabanzas a Dios. R.

– Envíame, Señor, tu luz y tu verdad; que ellas se conviertan en mi guía y hasta tu monte santo me conduzcan, allí donde tú habitas. R.

– Al altar del Señor me acercaré, al Dios que es mi alegría, y a mi Dios, el Señor, le daré gracias al compás de la cítara. R.

+ Oremos: Señor, Dios todopoderoso, poder inmutable y luz sin ocaso, prosigue bondadoso a través de tu Iglesia, sacramento de salvación, la obra que tu amor dispuso desde la eternidad; que todo el mundo vea y reconozca que los caídos se levantan, que se renueva lo que había envejecido y que todo se integra en Aquél que es el principio de todo, Jesucristo, nuestro Señor. Él que vive y reina, por lo siglos de los siglos. Amén.

Las lecturas del Nuevo Testamento.

4. Canto del “Gloria a Dios en el cielo”

5. Oración Colecta

+ Oremos: Dios nuestro, que haces resplandecer esta noche santa con la gloria del Señor resucitado, aviva en tu Iglesia el espíritu filial para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

8. Epístola: Rm 6,3-11

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos

Hermanos: ¿No saben ustedes que, al quedar unidos a Cristo Jesús en el bautismo, quedamos unidos a su muerte? Pues por el bautismo fuimos sepultados con Cristo, y morimos para ser resucitados y vivir una vida nueva, así como Cristo fue resucitado por el glorioso poder del Padre.

Si nos hemos unido a Cristo en una muerte como la suya, también nos uniremos a él en su resurrección. Sabemos que lo que antes éramos fue crucificado con Cristo, para que el poder de nuestra naturaleza pecadora quedara destruido y ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado. Porque, cuando uno muere, queda libre del pecado. Si nosotros hemos muerto con Cristo, confiamos en que también viviremos con él. Sabemos que Cristo, habiendo resucitado, no volverá a morir. La muerte ya no tiene poder sobre él. Pues Cristo, al morir, murió de una vez para siempre respecto al pecado; pero al vivir, vive para Dios. Así también, ustedes considérense muertos respecto al pecado, pero vivos para Dios en unión con Cristo Jesús. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

9. Aleluya, aleluya. Del Sal 117

– Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: Su misericordia es eterna. R. «Aleluya, aleluya».

– La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. R.

– La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R.

10. Evangelio: Mt 28,1-10

† Lectura del Evangelio según san Mateo

Pasado el sábado, cuando al anochecer comenzaba el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto hubo un fuerte temblor de tierra, porque un ángel del Señor bajó del cielo y, acercándose al sepulcro, quitó la piedra que lo tapaba y se sentó sobre ella. El ángel brillaba como un relámpago, y su ropa era blanca como la nieve. Al verlo, los soldados temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel dijo a las mujeres:

—No tengan miedo. Yo sé que están buscando a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, sino que ha resucitado, como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron. Vayan pronto y digan a los discípulos: ‘Ha resucitado, y va a Galilea para reunirlos de nuevo; allí lo verán.’ Esto es lo que yo tenía que decirles.

Las mujeres se fueron rápidamente del sepulcro, con miedo y mucha alegría a la vez, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos. En eso, Jesús se presentó ante ellas y las saludó. Ellas se acercaron a Jesús y lo adoraron, abrazándole los pies, y él les dijo:

—No tengan miedo. Vayan a decir a mis hermanos que se dirijan a Galilea, y que allá me verán. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Se hace una reflexión o predicación a partir de las lecturas de la Sagrada Escritura y de la solemnidad que se celebra.

La bendición del agua y la renovación de las promesas bautismales.

El ministro o quien preside junto a toda la asamblea, ora para que el agua sea bendecida:

Invoquemos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que bendiga esta agua, que va a ser derramada sobre nosotros en memoria de nuestro bautismo; y pidámosle que nos renueve interiormente para que permanezcamos fieles al espíritu, que hemos recibido.

Todos extienden la mano y oran:

Señor Dios nuestro, escucha las oraciones de tu pueblo que vela en esta noche santa, en que celebramos nuestra creación y la maravilla aún más grande de nuestra redención; dígnate † bendecir esta agua.

La creaste para hacer fecunda la tierra y para favorecer nuestros cuerpos con el frescor y la limpieza. La hiciste también instrumento de misericordia al librar a tu pueblo de la esclavitud y al apagar con ella su sed en el desierto; por los profetas la revelaste como signo de la nueva alianza que quisiste sellar con los humanos. Y cuando Cristo descendió a ella en el Jordán, renovaste nuestra naturaleza pecadora con el baño del nuevo renacimiento. Que esta agua, Señor, avive en nosotros el recuerdo de nuestro bautismo, y nos haga participar en el gozo de nuestros hermanos bautizados en la Pascua. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Después se hace la Renovación de las promesas bautismales. Quien preside hace las preguntas y todo el pueblo responde:

+ ¿Renuncian al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios? R. Sí, renuncio.

+ ¿Renuncian a todas las seducciones del mal, para que el pecado no los esclavice? R. Sí, renuncio.

+ ¿Renuncian a Satanás, padre y príncipe del pecado? R. Sí, renuncio.

+ ¿Creen en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?

R. Sí, creo.

+ ¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació de Santa María Virgen, padeció y murió por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre? R. Sí, creo.

+ ¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de lo santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna? R. Sí, creo.

+ Que Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos liberó del pecado y nos ha hecho renacer por el agua y el Espíritu Santo, nos conserve con su gracia, unidos a Jesucristo, nuestro Señor, para la vida eterna. Amén.

Seguidamente se rocía con el agua bendecida a toda la Asamblea.

Se sigue el esquema a partir del No. 13.

13. Oración de los Fieles

+ Supliquemos, hermanos, a Cristo, el Ungido de Dios, en cuyas manos el Padre ha puesto todas las cosas, y pidámosle que escuche nuestra oración. Todos respondemos: Te rogamos, Señor, óyenos.

– Para que los obispos y todos los ministros, vivan plenamente conformes a Jesús y sean siempre fieles a la misión que han recibido. R. – Para que el Señor, que se entregó a la muerte para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos, conceda la conversión a los que por el pecado se han alejado de la Iglesia, roguemos al Señor. R.

– Para que los enfermos, que al ser ungidos con el óleo de la salvación, experimenten la protección del Señor y sientan mejora en su enfermedad y alivio en sus dolores, roguemos al Señor. R.

– Para que el Señor, que, con su sangre nos purifica y con su cuerpo nos alimenta, ilumine también nuestras mentes para que comprendamos y amemos los misterios que hoy celebramos, roguemos al Señor. R.

+ Señor Jesucristo, ya que nos invitas a participar al altar, imagen del banquete eterno, escucha nuestra oración y haz que podamos ser también tus invitados en al banquete de la Pascua eterna. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

21. Oración después de la Comunión 

+ Infúndenos, Señor, tu espíritu de caridad, para que vivamos siempre unidos en tu amor los que hemos participado en este sacramento de la muerte y resurrección de Jesucristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén


23 de Marzo: DOMINGO DE RESURRECCIÓN

Hch 10, 34a.37-43 / Sal 117 / Col 3, 1-4 / Jn 20, 1-9 Blanco

5. Oración Colecta

+ Oremos: Dios nuestro, que por medio de tu Hijo venciste a la muerte y nos has abierto las puertas de la vida eterna; concede a quienes celebramos hoy la pascua de resurrec-ción, resucitar también a una nueva vida, renovados por la gracia del Espíritu Santo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

6. Primera Lectura: Hch 10, 34a.37-43

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles

Pedro entonces comenzó a hablar, y dijo:

—Ahora entiendo que de veras Dios no hace diferencia entre una persona y otra. Ustedes bien saben lo que pasó en toda la tierra de los judíos, comenzando en Galilea, después que Juan proclamó que era necesario bautizarse. Saben que Dios llenó de poder y del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret, y que Jesús anduvo haciendo bien y sanando a todos los que sufrían bajo el poder del diablo. Esto pudo hacerlo porque Dios estaba con él, y nosotros somos testigos de todo lo que hizo Jesús en la región de Judea y en Jerusalén. Después lo mataron, colgándolo en una cruz. Pero Dios lo resucitó al tercer día, e hizo que se nos apareciera a nosotros. No se apareció a todo el pueblo, sino a nosotros, a quienes Dios había escogido de antemano como testigos. Nosotros comimos y bebimos con él después que resucitó. Y él nos envió a anunciarle al pueblo que Dios lo ha puesto como Juez de los vivos y de los muertos. Todos los profetas habían hablado ya de Jesús, y habían dicho que quienes creen en él reciben por medio de él el perdón de los pecados. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

7. Salmo Responsorial: Del salmo 117

R. Este es el día del triunfo del Señor.

– Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: Su misericordia es eterna. R.

– La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar las hazañas del Señor. R.

– La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. R.

8. Segunda Lectura: Col 3, 1-4

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 

Por lo tanto, ya que ustedes han sido resucitados con Cristo, busquen las cosas del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra. Pues ustedes murieron, y Dios les tiene reservado el vivir con Cristo. Cristo mismo es la vida de ustedes. Cuando él aparezca, ustedes también aparecerán con él llenos de gloria. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

9. Aleluya.

10. Evangelio: Jn 20, 1-9

† Lectura del Evangelio según san Juan 

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro; y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Entonces se fue corriendo a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo:

—¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!

Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos; pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar, y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Simón Pedro, y entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas; y además vio que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado, y creyó. Pues todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

13. Oración de los Fieles

+ Llenos de gozo por la santa resurrección del Señor, purificados nuestros sentimientos y renovado nuestro espíritu, supliquemos con insistencia al Señor, diciendo. R. Rey vencedor, escúchanos.

– A Cristo que, con su resurrección ha vencido la muerte y ha destruido el pecado: pidámosle que todos los cristianos sean siempre fieles a las promesas del bautismo, roguemos al Señor. R.

– A Cristo que, ha hecho renacer a los nuevos hijos de la Iglesia, por el agua y el Espíritu Santo: pidámosle que afirme en ellos los dones que les ha concedido en esta Pascua, roguemos al Señor. R.

– A Cristo que, con su gloriosa resurrección ha abierto las puertas de su reino a los que gemían en el abismo y ha otorgado la vida al humano mortal: pidámosle por todos los que sufren, roguemos al Señor. R.

– A Cristo que, anunció la alegría a las mujeres y a los apóstoles y, por medio de los apóstoles, al mundo entero: pidámosle por los que nos hemos reunido para celebrar su triunfo, roguemos al Señor. R.

+ Señor Jesucristo, que eres alabado por los ángeles y los santos, y eres enaltecido y adorado por tu Iglesia; dígnate compadecerte de este pueblo que ha puesto toda su esperanza en tu resurrección. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

21. Oración después de la Comunión 

+ Señor, protege siempre a tu Iglesia con amor paternal, para que, renovada ya por los sacramentos pascuales, pueda llegar a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


24 de Marzo: LUNES – 1ª SEMANA DE PASCUA

Hch 2, 14.22-32 / Sal 15 / Mt 28, 8-15 Blanco

Salmo responsorial: Del salmo 15

R. Protege, Señor, a los que esperamos en ti.

– Protégeme, Dios mío, pues eres mi refugio. Yo siempre he dicho que tú eres mi Señor. El Señor es la parte que me ha tocado en herencia. Mi vida está en sus manos. R.

– Bendeciré al Señor, que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor y con él a mi lado, jamás tropezaré. R.

– Por eso se me alegran el corazón y el alma y mi cuerpo vivirá tranquilo, porque tú no me abandonarás a la muerte ni dejarás que sufra yo la corrupción. R.

– Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. R.


25 de Marzo: MARTES – 1ª SEMANA DE PASCUA

Hch 2,36-41/ Sal 32 / Jn 20,11-18 Blanco

Salmo Responsorial: Del salmo 32

R. En el Señor está nuestra esperanza.

– Sincera es la palabra del Señor y todas sus acciones son leales. El ama la justicia y el derecho, la tierra llena está de sus bondades. R.

– Cuida el Señor de aquellos que lo temen y en su bondad confían; los salva de la muerte y en épocas de hambre les da vida. R.

– En el Señor está nuestra esperanza, pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo. Muéstrate bondadoso con nosotros, puesto que en ti, Señor, hemos confiado. R.


26 de Marzo: MIÉRCOLES – 1ª SEMANA DE PASCUA

Hch 3,1-10/ Sal 104 / Lc 24,13-35 Blanco

Salmo Responsorial: Del salmo 104

R. Aclamen al Señor, denle gracias.

– Aclamen al Señor, denle gracias, relaten sus prodigios a los pueblos; entonen en su honor himnos y cantos, celebren sus portentos. R.

– Del nombre del Señor enorgullézcanse y siéntase feliz el que lo busca. Recurran al Señor y a su poder, a su presencia acudan siempre. R.

– Descendientes de Abrahán, su servidor; estirpe de Jacob, su predilecto. El Señor es nuestro Dios, él gobierna la tierra. R.

– Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas; de la alianza pactada con Abrahán, del juramento hecho a Isaac. R.


27 de Marzo: JUEVES – 1ª SEMANA DE PASCUA

Hch 3, 11-26 / Sal 8 / Lc 24,35-48 Blanco

Salmo Responsorial: Del salmo 8

R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.

– ¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro, tu poder en toda la tierra! ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, ese pobre ser humano para que de él te preocupes? R.

– Sin embargo, lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos, y todo lo sometiste bajo sus pies. R.

– Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes, las aves del cielo, los peces del mar que recorren los caminos de las aguas. R.


28 de Marzo: VIERNES – 1ª SEMANA DE PASCUA

Hch 4, 1-12 /Sal 117 / Jn 21,1-14 Blanco

Salmo Responsorial: Del salmo 117

R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular.

– Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: «Su misericordia es eterna». Digan los que temen al Señor. «Su misericordia es eterna». R.

– La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Este es el día del triunfo del día del Señor, día de júbilo y de gozo. R.

– Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en el nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R.


29 de Marzo: SÁBADO – 1ª SEMANA DE PASCUA

Hch 4,13-21/ Sal 117 / Mc 16,9-15 Blanco

Salmo Responsorial: Del salmo 117

R. La diestra del Señor ha hecho maravillas.

– Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. El señor es mi fuerza y mi alegría, en el Señor está mi salvación. Escuchemos el canto de victoria que sale de la casa de los justos. R.

– «La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo» No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor, pero no me abandonó a la muerte. R.

– Abranme las puertas del templo, que quiero entrar a dar gracias a Dios. Esta es la puerta del Señor y por ella entraran los que son fieles.Te doy glacias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación. R.


30 de Marzo: SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA

Hch 2, 42-47 / Sal 117 / 1 Pe 1,3-9 / Jn 20, 19-31 Blanco

5. Oración Colecta

+ Oremos: Dios de eterna misericordia, que reavivas la fe de tu pueblo con la celebración de las fiestas de pascua, aumenta en nosotros tu gracia para que comprendamos a fondo la inestimable riqueza del bautismo que nos ha purificado, del Espíritu que nos ha dado una vida nueva y de la Sangre que nos ha redimido. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

6. Primera Lectura: Hch 2, 42-47

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles

Y eran fieles en conservar la enseñanza de los apóstoles, en compartir lo que tenían, en reunirse para partir el pan y en la oración.

Todos estaban asombrados a causa de los muchos milagros y señales que Dios hacía por medio de los apóstoles. Todos los creyentes estaban muy unidos y compartían sus bienes entre sí; vendían sus propiedades y todo lo que tenían, y repartían el dinero según las necesidades de cada uno. Todos los días se reunían en el templo, y en las casas partían el pan y comían juntos con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y eran estimados por todos; y cada día el Señor hacía crecer la comunidad con el número de los que él iba llamando a la salvación. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

7. Salmo Responsorial: Del salmo 117

R. La misericordia del Señor es eterna.

– Diga la casa de Israel: Su misericordia es eterna; diga la casa de Aarón: su misericordia es eterna; digan los que temen al Señor: su misericordia es eterna. R.

– La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Este es el día del triunfo del Señor: día de júbilo y de gozo. R.

– Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en el nombre del Señor; que Dios desde su templo nos bendiga; que el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R

8. Segunda Lectura: 1 Pe 1,3-9

Lectura de la Primera Carta del apóstol san Pedro

Hermanos: Alabemos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo por la resurrección de Jesucristo. Esto nos da una esperanza viva, y hará que ustedes reciban la herencia que Dios les tiene guardada en el cielo, la cual no puede destruirse, ni mancharse, ni marchitarse. Por la fe que ustedes tienen en Dios, él los protege con su poder para que alcancen la salvación que tiene preparada, la cual dará a conocer en los tiempos últimos.

Por esta razón están ustedes llenos de alegría, aun cuando sea necesario que durante un poco de tiempo pasen por muchas pruebas. Porque la fe de ustedes es como el oro: su calidad debe ser probada por medio del fuego. La fe que resiste la prueba vale mucho más que el oro, el cual se puede destruir. De manera que la fe de ustedes, al ser así probada, merecerá aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo aparezca.

Ustedes aman a Jesucristo, aunque no lo han visto; y ahora, creyendo en él sin haberlo visto, se alegran con una alegría tan grande y gloriosa que no pueden expresarla con palabras, porque están alcanzando la meta de su fe, que es la salvación. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

9. Aleluya.

10. Evangelio: Jn 20, 19-31

† Lectura del Evangelio según san Juan

Al llegar la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, los discípulos se habían reunido con las puertas cerradas por miedo a las autoridades judías. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: — ¡Paz a ustedes!

Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor. Luego Jesús les dijo otra vez: — ¡Paz a ustedes! Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.

Y sopló sobre ellos, y les dijo: —Reciban el Espíritu Santo. A quienes ustedes perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonen, les quedarán sin perdonar.

Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Después los otros discípulos le dijeron: —Hemos visto al Señor.

Pero Tomás les contestó: —Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré creer.

Ocho días después, los discípulos se habían reunido de nuevo en una casa, y esta vez Tomás estaba también. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, se puso en medio de ellos y los saludó, diciendo:

— ¡Paz a ustedes!

Luego dijo a Tomás: —Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado. No seas incrédulo; ¡cree!

Tomás entonces exclamó: — ¡Mi Señor y mi Dios!

Jesús le dijo: — ¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!

Jesús hizo muchas otras señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida por medio de él. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

13. Oración de los Fieles

+ Invoquemos, amados hermanos, a Cristo, triunfador del pecado y de la muerte, que siempre intercede por nosotros. Respondemos: Rey vencedor, escúchanos.

– Para que Cristo, el Señor, atraiga hacia sí el corazón de los fieles y fortalezca sus voluntades, de manera que busquen los bienes de allá arriba, donde él está sentado a la derecha de Dios, roguemos al Señor. R.

– Para que Cristo, amo supremo de la creación, haga que todos los pueblos gocen abundantemente de la paz que en sus apariciones otorgó a los discípulos, roguemos al Señor. R.

– Para que Cristo, el destructor de la muerte y el médico de toda enfermedad, se compadezca de los débiles y desdichados y aleje del mundo el hambre, las guerras y todos los males, roguemos al Señor. R.

– Para que Cristo, el Señor, salve y bendiga nuestra comunidad y conceda la paz, la alegría y el descanso en las fatigas a los que hoy nos hemos reunido aquí para celebrar su triunfo, roguemos al Señor. R.

+ Dios nuestro, que en este día, has reunido a tu Iglesia que peregrina por el mundo, escucha nuestra oración y abre nuestros corazones para que entendamos las Escrituras y reconozcamos a tu Hijo al partir el pan. El, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. Amén.

21. Oración después de la Comunión 

+ Concédenos, Dios todopoderoso, que la gracia recibida en este sacramento nos impulse siempre a servirte mejor. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


31 de Marzo: LUNES – SAN JOSÉ

2Sm7,4-5a.12-14a.16/Sal88/ Rm4,13.16-18.22/Mt1,16.18-21.24a Blanco

5. Oración Colecta

+ Oremos: Dios todopoderoso, que quisiste poner bajo la protección de san José el nacimiento y la infancia de nuestro Redentor; concédele a tu Iglesia proseguir y llevar a término, bajo su patrocinio, la obra de la redención humana. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

6. Primera Lectura: 2Sm7,4-5.12-14.16

Lectura del segundo libro de Samuel

Pero aquella misma noche, el Señor se dirigió a Natán y le dijo: Ve y habla con mi siervo David, y comunícale que yo, el Señor, he dicho: ‘No serás tú quien me construya un templo para que habite en él. Y que cuando tu vida llegue a su fin y mueras, yo estableceré a uno de tus descendientes y lo confirmaré en el reino. Él me construirá un templo, y yo afirmaré su reino para siempre. Yo le seré un padre, y él me será un hijo. Y cuando cometa una falta, yo lo castigaré y lo azotaré como todo padre lo hace con su hijo. Tu dinastía y tu reino estarán para siempre seguros bajo mi protección, y también tu trono quedará establecido para siempre.’ Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

7. Salmo Responsorial: Del salmo 88

R. Su descendencia perdurará eternamente.

– Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: «Mi amor es para siempre y mi lealtad más firme que los cielos. R.

– Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza, pacté con mi elegido: “Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente”. R.

– El me podrá decir: “Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva”. Yo jamás le retiraré mi amor ni violaré el juramento que le hice». R.

8. Segunda Lectura: Rm 4,13.16-18.22

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 

Hermanos: Dios prometió a Abraham y a sus descendientes que como herencia recibirían el mundo; pero esta promesa no estaba condicionada al cumplimiento de la ley, sino a la justicia que se basa en la fe.

Por eso, para que la promesa hecha a Abraham conservara su valor para todos sus descendientes, fue un don gratuito, basado en la fe. Es decir, la promesa no es solamente para los que se basan en la ley, sino también para todos los que se basan en la fe, como Abraham. De esa manera, él viene a ser padre de todos nosotros, como dice la Escritura: “Te he hecho padre de muchas naciones.” Este es el Dios en quien Abraham creyó, el Dios que da vida a los muertos y crea las cosas que aún no existen.

Cuando ya no había esperanza, Abraham creyó y tuvo esperanza, y así vino a ser “padre de muchas naciones”, conforme a lo que Dios le había dicho: “Así será el número de tus descendientes.” Por eso, Dios le tuvo esto en cuenta y lo reconoció como justo. Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

9. Aclamación: Tu Palabra me da vida u otra.

10. Evangelio: Mt1,16.18-21.24

† Lectura del Evangelio según san Mateo

Jacob fue padre de José, el marido de María, y ella fue madre de Jesús, al que llamamos el Mesías.

El origen de Jesucristo fue este: María, su madre, estaba comprometida para casarse con José; pero antes que vivieran juntos, se encontró encinta por el poder del Espíritu Santo. José, su marido, que era un hombre justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de ella en secreto. Ya había pensado hacerlo así, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a María por esposa, porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu Santo. María tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así porque salvará a su pueblo de sus pecados.”

Cuando José despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y tomó a María por esposa. Y sin haber tenido relaciones conyugales, ella dio a luz a su hijo, al que José puso por nombre Jesús. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

13. Oración de los Fieles

+ Oremos, hermanos y hermanas, al Señor y pidámosle que se acuerde de nosotros, obra de sus manos: Respondemos todos: R. Te rogamos, Señor, escúchanos.

– Para que el Señor, que puso en manos de san José el cuidado de su Verbo hecho hombre, asista a los pastores de la Iglesia, en manos de los cuales ha puesto los sacramentos de la gracia, roguemos al Señor. R.

– Para que el Señor, derrame el espíritu de oración y de entrega, a fin de que surjan abundantes vocaciones para el servicio de la Iglesia y para la predicación del Evangelio, roguemos al Señor. R.

– Para que el Señor, que puso la tierra al servicio del ser humano y le dio la misión de cultivarla, conceda a los trabajadores el sustento necesario y una vida digna y feliz, roguemos al Señor. R.

– Para que el Señor, que permitió que san José fuera turbado por la incertidumbre y la duda y tuviera que huir de su tierra, venga en auxilio de los emigrantes y de todos los que viven en medio de dudas y tormentos, roguemos al Señor. R.

– Para que el Señor, que quiso que san José fuese asistido por Jesús y María en el momento de su muerte, dé la gloria a los agonizantes y nos asista en la hora de nuestra muerte, roguemos al Señor. R.

+ Oremos: Que nos ayude, Señor, la intercesión de san José, esposo de la Madre de Jesús, para que consigamos los bienes que, por nuestra debilidad, no podemos alcanzar. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

21. Oración después de la Comunión 

+ Señor, protege sin cesar a esta familia tuya que se alegra hoy al celebrar la festividad de san José, y conserva en ella la vida de la gracia que le has comunicado por medio de la Eucaristía. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.