El viernes 10 de febrero, casi a media noche, llegó el arzobispo hasta el aeropuerto de Des Moins, Iowa, para visitar la comunidad San Pedro Apóstol de Ottumwa.

El sábado 11, hacia el final de la mañana, comenzó la visita pastoral en el templo recién adquirido en la Ciudad de Ottumwa, Iowa.

Los hermanos habían preparado una bienvenida y, luego, el arzobispo les agradeció y les dio algunos criterios a seguir durante la visita que se estaba iniciando.

El encuentro de los hermanos comenzó con una Asamblea Carismática. Después de la alabanza y de un tiempo de oración, se comenzó con la unción de los hermanos, explicando que se trata no solamente de la petición de la sanación física, sino sobre todo, espiritual.

Los hermanos se acercaron a recibir este don, en un ambiente de profunda oración, así como expresando se conmoción y su gratitud con el Señor.

Después de terminada la asamblea, dio inicio la liturgia de la reconciliación, en la que se le ofreció a los hermanos la oportunidad de reconocerse pecadores, de confesar sus pecados y de ser absueltos.

Los hermanos participaron en la confesión con mucha devoción y, luego recibieron la absolución de sus pecados, para reintegrarse en la comunión con el Señor.

Durante los homilía, a la luz de las lecturas bíblicas, el arzobispo explicó que el pecado tiene su origen en el no querer reconocer la propia responsabilidad y acusar a Dios y a los demás de las propias faltas.

Por lo mismo, invitó a los hermanos a entrar en un tiempo de oración profunda, clamando al Señor la gracia de humillarse delante de Él, para recibir su gracia y la sanación interior.

Seguidamente, el arzobispo animó a los hermanos a intercambiarse un saludo de paz, como expresión de la actitud de reconciliación que se quiere vivir.

Los hermanos participaron en el saludo de paz, con sinceridad, como fruto del proceso de sanación que se emprendió a los largo de toda la celebración.

Finalmente, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia, para los hermanos de la comunidad de San Pedro Apóstol, de Ottumwa, que estaban participando.

Los hermanos participaron con mucha devoción y oraron por sí mismos y también por los demás hermanos que no pudieron participar, por causas ajenas a su voluntad.

Al final de toda la actividad, el arzobispo tuvo un breve encuentro con los diferentes grupos de hermanos que estaban participando en la celebración.

Se contó con la participación de unos 60 hermanos, incluyendo a los niños y se vivió en un ambiente de sincero encuentro y comunión, pidiendo al Señor la sanación de diferencias y heridas que han prevalecido en el pasado.

El domingo 12, segunda jornada de la visita pastoral del arzobispo a la comunidad San Pedro Apóstol, Ottumwa, se comenzó con la formación para los fieles de la comunidad.

El arzobispo explicó algunos aspectos relacionados con el origen de la Reinovación Carismática, como se está llamados a vivir en nuestra Santa Iglesia, es decir, en consonancia con lo que sucedión con los apóstoles y los primeros cristianos.

Después de la formación, en la cual los hermanos estuvieron sumamente atentos y pendientes de lo que se les compartía, se abrió el diálogo, para hacer diferentes preguntas.

Uno de los temas que se abordó fue la cuestión de la comunión con el Cuerpo y la Sangre del Señor. El arzobispo explicó el carácter sacramental que tiene el sacramento y cómo el misterio de la unión del cuerpo y la sangre se da al finalizar la anáfora, antes del Padrenuestro.

Terminada la formación, se inició con las celebraciones litúrgicas. La primera de ellas fue la administración del sacramento de la reconciliación a los hermanos que estaban participando.

Después de la administración del sacramento, a la luz de las lecturas bíblicas, el arzobispo animó a los hermanos de abrirse al misterio de la vida en el Espíritu Santo, para quedar abiertos a la comprensión del sentido auténtico de la Sagrada Escritura.

También en el marco de las celebraciones litúrgicas, fue presentada la niña Magalí, para que se le administraran los sacramentos de la iniciación cristiana.

El arzobispo recordó a sus padres y padrinos, todos procedentes de la comunidad Agua Escondida, Cunén, cuáles son sus deberes y compromisos hacia la niña, en orden al crecimiento en la vida en el Espíritu Santo.

También en el marco de las celebraciones litúrgica, se administró la confirmación y el envío misionero a los hermanos Francisco, Mario Antonio y Elías, todos miembros comprometidos en la comunidad.

El arzobispo recordó cuáles son los frutos que se espera que se den como fruto de la confirmación, así como cuáles son las actitudes interiores indispensables, para que los frutos sean producidos.

Finalmente, las celebraciones litúrgicas concluyeron con la celebración de la divina liturgia, presidida por el arzobispo y contando con la participación activa de la comunidad.

Los hermanos se han esforzado porque la liturgia se celebre con la solemnidad que corresponde y se observen todos los aspectos inherentes a la divina liturgia.

Al final de la celebración de la divina liturgia, el arzobispo saludó a los diferentes grupos de fieles, encontrándose brevemente con ellos.

Se comenzó con los miembros del ministerio que estaba de turno, seguidamente estuvieron los que sirven al altar: ministros, lectores, cantores y monaguillos.

Finalmente, se acercaron los miembros del pueblo de Dios que quisieron hacerlo.

La visita pastoral concluyó con una breve reunión con los miembros del consejo pastoral de la comunidad de San Pedro Apóstol de Ottumwa.

El arzobispo enfatizó en la importancia de que, en el futuro, se tenga un retiro con los hermanos, para profundizar en la vida en el Espíritu Santo, e impulsar la auténtica renovación.

La próxima visita quedó fijada para el 17 y 18 de septiembre y, la siguiente, para el 15 y 16 de enero del año próximo. El año entrante se tendrán tres visitas.

El martes 14 de febrero, por la noche, el arzobispo presidió la liturgia de la reconciliación para servidores y sus familias en la parroquia de san Miguel Arcángel, Los Ángeles, California.

Los hermanos confesaron humildemente sus pecados y, luego, se invocó sobre ellos el Espíritu Santo, para que, por su efusión disipara el pecado y se manifestara la gracia.

Después de la liturgia de la reconciliación, se continuó con la liturgia de la Sagrada Escritura. A la luz de la temática abordada en las lecturas, el arzobispo hizo su reflexión.

El arzobispo explicó que el principio para poder vivir el amor verdadero, es estar dispuestos a morir a sí mismos, para dejar que sea el Señor quien vive en cada uno de los creyentes.

A la luz de la reflexión durante la homilía, el arzobispo invitó a todos los participantes a ponerse en oración, para recibir el don de poder amarse como el mismo Señor nos ha amado.

El arzobispo subrayó que en el vaciamiento de sí mismos, está la clave, para dejar que sea el Señor el que mantenga el amor, la unidad y la paz en cada una de las familias.

Finalmente, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia con los servidores y sus familias, que estaban participando en la celebración litúrgica.

Se recordó que, a través del sacramento de la eucaristía es como se va creciendo en la vida en el Espíritu Santo en cada uno de los creyentes, hasta ser tranformados totalmente en Cristo.

El miércoles 15 de febrero, por la noche, el arzobispo llegó hasta la sede de la comunidad Pacto Divino, en el centro de Los Ángeles, California, para hacer la visita pastoral mensual.

Se comenzó con la administración del sacramento de la reconciliación a los hermanos que, humildemente, se confesaron pecadores y acudieron a recibirlo.

Durante la homilía, el arzobispo recordó a los hermanos que el Señor tiene un compromiso de paz con la humanidad, pero para acceder a él, es necesario abrirse, para dejar que el Señor actúe.

Por lo mismo, invitó a los hermanos a entrar en un tiempo de oración de sometimiento a la voluntad de Dios, a partir del reconocimiento de la propia pequeñez.

La visita a la comunidad Pacto Divino concluyó con la celebración de la divina liturgia, la cual fue presidida por el arzobispo y se contó con la devota participación de los presentes.

El arzobispo recordó que, a través del sacramento de la eucaristía es como, por excelencia, el Señor se acerca al creyente, para transformar su vida y hacerle partícipe de sus bendiciones.

Ya bien entrada la noche, el arzobispo llegó hasta la comunidad Poder del Espíritu Santo, ubicada en el centro de Los Ángeles y formada, en su mayoría por hermanos procedentes de la Boca Costa de Sololá.

Después de llegar y dialogar con los hermanos, se comenzó con las celebraciones litúrgicas, administrando el sacramento de la reconciliación a quienes lo necesitaron.

A petición de algunos hermanos de la comunidad Poder del Espíritu Santo, el arzobispo también administró el sacramento de la unición de los enfermos a cuatro hermanos.

El arzobispo oró por los hermanos, les recordó que la sanación fundamental e interior y les animó a poner toda su confianza en el Señor, para recibir los dones del Espíritu Santo.

Durante la homilía, a la luz de las lecturas bíblicas, tomadas del Génesis y del Evangelio de Marcos, el arzobispo recordó cuáles son las actitudes fundamentales para abrirse al cumplimiento de las promesas de Dios en la propia vida.

Por lo mismo, invitó a los hermanos a que, conscientes del proyecto del Señor y de la propia limitación, se dispusieran en oración, para recibir las bendiciones que Él está dispuesto a otorgar.

Finalmente, el arzobispo presidió la celebración de la divina liturgia con los hermanos de la comunidad Poder del Espíritu Santo, en el centro de Los Ángeles.

Aparte de que los hermanos participaron con mucha devoción, se estableció que durante la próxima visita se harán las comuniones solemnes de los niños que se han estado preparado a tal efecto.

El jueves 16 de febrero, por la noche, el arzobispo llegó hasta el lugar de reuniones de la comunidad El Pescador, para hacer la visita pastoral mensual.

Después de llegar y saludar a los hermanos, se comenzó con la administración del sacramento de la reconciliación a los hermanos que se confesaron humildemente pecadores.

Durante la homilía, el arzobispo señaló que el ser cristiano significa ser ungido con el Espíritu del Señor Resucitado. Y que, para recibirlo, es necesario renunciar la propia manera de pensar, para someterse a la lógica de Dios.

A la luz de estas reflexiones, el arzobispo animó a los hermanos a ponerse en oración para implorar la gracia de saber reconocerse pequeños y pecadores.

También dentro del contexto de las celebraciones litúrgicas, fue renovada la bendición para fungir como ministros para la distribución de la comunión, de los hermanos Ramón y Eulalia.

El arzobispo recordó a los hermanos cuáles son sus compromisos y cuáles deben ser las prioridades que deben tener en el ejercicio del ministerio de distribución de la comunión.

La visita a la comunidad El Pescador, concluyó con la celebración de la divina liturgia, presidida por el arzobispo y contando con la participación devota de los hermanos.

El arzobispo señaló cómo, a través de la eucaristía es como se renueva constantemente la unción del Espíritu en los creyentes, lo cual permite vivir como auténticos cristianos.