MONICIÓN ANTES DE LA LETANÍA DE LOS SANTOS:
Hemos escuchado la Profesión
de fe y el compromiso que ha hecho ante la Iglesia, nuestro obispo electo. Ahora, considerándolo apto para el ministerio para
el que ha sido elegido, comienza el rito sacramental de ordenación. Se inicia con la invocación de los santos, como suplica
pidiendo su intercesión y como expresión de comunión con toda la Iglesia. Para todos será tiempo de oración y de invocación
de la efusión del Espíritu Santo sobre nuestro obispo.
9. Letanías de los santos
Luego, los Obispos sin la mitra, se levantan.
El Obispo ordenante principal, de pie y con las manos juntas, dirige al
pueblo la siguiente invitación:
CP/. Oremos,
hermanos, para que el Dios de todo poder y bondad derrame sobre este elegido
la abundancia de su gracia, para bien de toda la Iglesia.
Luego el diácono dice:
D/. Pongámonos
de rodillas.
Y todos se arrodillan
El elegido se postra en tierra.
Los cantores comienzan las letanías:
Señor, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Santa María, madre de
Dios,
ruega por nosotros.
San Miguel,
ruega por nosotros.
Santos ángeles de Dios,
rogad por nosotros.
San Juan Bautista,
ruega por nosotros.
San José,
ruega por nosotros.
San Pedro,
ruega por nosotros.
San Pablo,
ruega por nosotros.
San Andrés,
ruega por nosotros.
San Juan,
ruega por nosotros.
Santiago el Mayor,
ruega por nosotros.
Santo Tomás,
ruega por nosotros.
Santiago el Menor,
ruega por nosotros.
San Felipe,
ruega por nosotros.
San Bartolomé,
ruega por nosotros.
San Mateo,
ruega por nosotros.
San Simón,
ruega por nosotros.
San Judas Tadeo,
ruega por nosotros.
San Matías
ruega por nosotros.
Santa María Magdalena,
ruega por nosotros.
San Esteban,
ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía,
ruega por nosotros.
San Lorenzo, ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad,
rogad por nosotros.
Santa Inés,
ruega por nosotros.
San Gregorio,
ruega por nosotros.
San Agustín,
ruega por nosotros.
San Atanasio,
ruega por nosotros.
San Basilio,
ruega por nosotros.
San Martín,
ruega por nosotros.
San Benito,
ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo,
rogad por nosotros.
San Francisco Javier,
ruega por nosotros.
San Juan María Vianney,
ruega por nosotros.
San Felipe de Jesús
ruega por nosotros.
Santo Toribio de Mongrovejo
ruega por nosotros.
San Pedro Claver,
ruega por nosotros
San Juan Diego ,
ruega por nosotros.
Santo Hermano Pedro,
ruega por nosotros.
San Carlos de Brasil,
ruega por nosotros.
Santa Catalina de Siena,
ruega por nosotros.
Santa Teresa de Ávila,
ruega por nosotros.
Santa Rosa de Lima,
ruega por nosotros
Todos los santos y santas
de Dios,
rogad por nosotros.
Muéstrate propicio,
líbranos, Señor.
De todo mal,
líbranos, Señor.
De todo pecado,
líbranos, Señor.
De la muerte eterna,
líbranos, Señor.
Por tu encarnación,
líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección,
líbranos, Señor.
Por la efusión del Espíritu
Santo,
líbranos, Señor.
Nosotros, que somos pecadores,
te rogamos, óyenos.
Para que gobiernes y conserves
a tu santa Iglesia,
te rogamos, óyenos.
Para que conserves a los obispos
y a todos los ministros ordenados
en tu servicio santo,
te rogamos, óyenos.
El obispo ordenante principal, de pie, canta las tres letanías siguientes, haciendo la cruz de bendición
sobre el candidato, según se indica:
Para que bendigas + a este elegido, te rogamos, óyenos.
Para que bendigas + y santifiques +
a este elegido,
te rogamos, óyenos.
Para que bendigas +, santifiques +
y consagres + a este elegido,
te rogamos, óyenos.
Para que concedas paz y concordia
a todos los pueblos de la tierra,
te rogamos, óyenos.
Para que concedas tu misericordia
a cuantos sufren en la tribulación,
te rogamos, óyenos
Para que nos fortalezcas y
conserves
en tu servicio santo,
te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo,
te rogamos, óyenos.
Cristo, óyenos,
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos,
Cristo, escúchanos.
Acabadas las letanías, el Obispo ordenante principal de pie y con las manos
extendidas sin mitra, dice:
CP/. Escucha,
Señor, nuestra oración, infunde sobre este siervo tuyo la plenitud de la gracia sacerdotal, y descienda sobre él la fuerza
de tu bendición.
Por
Jesucristo nuestro Señor.
R/.
Amén.
El diácono dice:
D/. Pueden
levantarse.
Y todos se ponen de pie.
MONICIÓN AL COMENZAR LA IMPOSICIÓN DE MANOS:
Por la imposición de
manos de los Obispos y la plegaria consagratoria se confiere al elegido el don del Espíritu Santo para quedar consagrado con
el ministerio de Obispo. En este momento tan sublime, desde nuestro lugar, impongamos las manos sobre nuestro obispo e imploremos
fervientemente que sea consagrado por la efusión del Espíritu Santo.
10. Imposición de las manos
El elegido se levanta, y se arrodilla ante el Obispo ordenante principal; éste, de pie ante su sede y con
la mitra puesta, impone
las manos sobre la cabeza del elegido sin decir nada.
Al final de la imposición de las manos, soplando sobre la cabeza del elegido dice:
C:/ Recibe el
Espíritu Santo.
Otro tanto hacen luego los demás Obispos.
11. Canto del Veni Creador Spiritus
Mientras los obispos están imponiendo las manos, estando todos de pie, se canta el himno Veni, Creator Spiritus.
Luego de la imposición de las manos los Obispos permanecen cerca del Obispo ordenante principal hasta el
final de la Oración Consagratoria, permitiendo, sin embargo, que la acción pueda ser bien vista por los fieles.
MONICIÓN AL TERMINAR EL VENI CREATOR SPIRITUS
Por la imposición del
libro de los Evangelios sobre la cabeza de nuestro obispo, mientras se dice la plegaria de ordenación, y por la entrega del
mismo en sus manos más adelante, se pone de manifiesto que la predicación fiel de la palabra de Dios es la misión primordial
del Obispo.
12. Imposición del libro de los Evangelios
Terminando el canto del Veni, Creador Spiritus, el Obispo ordenante principal, permaneciendo con mitra, recibe
el libro de los Evangelios del diácono y lo impone, abierto, sobre la cabeza del elegido; los presbíteros asistentes, a la
derecha y a la izquierda del elegido, sostienen el libro sobre la cabeza del elegido, hasta que termine la Oración Consagratoria.
El Obispo ordenante principal sin mitra dice seguidamente:
C:/ Sé propicio, Señor, a nuestras súplicas y derrama sobre este siervo tuyo el tesoro de tu gracia sacerdotal,
infundiéndole la fuerza de tu + bendición. Por nuestro Señor Jesucristo
tu Hijo que, siendo Dios, vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
R/.
Amén.
13.
Oración Consagratoria I:
Entonces el Obispo ordenante principal, sin mitra y con las manos extendidas, dice la Oración Consagratoria, teniendo junto a sí a los otros Obispos ordenantes, también
sin mitra:
CP/. El
Señor esté con ustedes.
R/.
Y
con tu espíritu.
CP/. Levantemos
el corazón.
R/.
Lo
tenemos levantado hacia el Señor.
CP/. Demos
gracias al Señor, nuestro Dios.
R/.
Es
justo y necesario.
CP/.Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordia y Dios de
todo consuelo,
que habitas en el cielo, y te fijas
en los humildes;
que lo conoces todo antes de que
exista.
Tú estableciste principios en
tu Iglesia con tu palabra.
Desde el inicio tú elegiste al linaje de Abrahán;
nombraste sacerdotes y no dejaste sin ministros tu santuario.
Pues desde el comienzo del mundo
te agrada
ser glorificado por tus elegidos.
Todos los Obispos consagrantes dicen, imponiendo las manos hacia el elegido, esta parte de la oración:
C.T/. INFUNDE AHORA SOBRE
ESTE TU ELEGIDO
LA
UNCIÓN DE TU ESPÍRITU SANTO Y
LLÉNALO
CON LA FUERZA QUE DE TI PROCEDE:
OTÓRGALE
EL ESPÍRITU DE SERVICIO Y DE GUÍA
QUE
DISTE A TU AMADO HIJO JESUCRISTO Y
QUE ÉL COMUNICÓ A LOS SANTOS APÓSTOLES,
PARA QUE EN CADA LUGAR, A TRAVÉS DE TODO EL ORBE,
FUERA
ESTABLECIDA TU IGLESIA,
COMO SACRAMENTO UNIVERSAL DE SALVACIÓN,
PARA
GLORIA Y ALABANZA INCESANTE DE TU NOMBRE.
El Obispo ordenante principal prosigue solo:
CP/.Padre santo, tú que conoces los corazones,
concede a este servidor tuyo, a quien elegiste como obispo,
que sea un buen pastor de tu santa
grey
y ejercite ante ti el sumo sacerdocio
sirviéndote sin tacha día y noche;
que
atraiga tu favor sobre tu pueblo
y ofrezca los dones de tu santa
Iglesia;
que por la unción del Espíritu Santo,
que recibe como sumo sacerdote y
según tu mandato,
tenga el poder de perdonar pecados;
que distribuya los ministerios y los oficios según tu voluntad,
y desate todo vínculo conforme al
poder
que diste a los Apóstoles;
que por la mansedumbre y la pureza
de su corazón
te sea grata su vida como sacrificio
de suave olor,
por medio de tu Hijo Jesucristo,
por quien recibes la gloria, el
honor y el poder,
con el Espíritu, en la santa Iglesia,
ahora y por todos los siglos.
Todos responden:
R/. Amén.
Acabada la Oración Consagratoria I, los presbíteros quitan el libro de los Evangelios que tenían sobre la
cabeza del ordenado, y lo dan al diácono, quien lo conserva hasta que le sea entregado al nuevo Obispo.
El Obispo ordenante principal y los otros Obispos ordenantes, toman
la mitra.
MONICIÓN AL TERMINAR LA ORACIÓN CONSAGRATORIA
La unción de la cabeza y de
las manos simboliza la unción del Espíritu Santo, para que el obispo participe en forma especial del Sacerdocio de Cristo.
Como Pueblo sacerdotal de Dios, podemos acompañar este momento, imponiendo manos e implorando la continuada efusión del Espíritu
Santo.
14. Unción de la cabeza con el Crisma y Oración Consagratoria II:
Inmediatamente después, el maestro de ceremonias amarra una franja de lino en la cabeza del consagrado.
El Obispo ordenante principal, sentado y con mitra recibe el gremial y unge con el Santo Crisma la cabeza
del ordenado, el cual permanece arrodillado ante él. Trazándole tres cruces sobre
la cabeza le dice:
Dios,
quien te ha hecho partícipe
del
sumo sacerdocio de Cristo,
+ derrame sobre ti el bálsamo de la unción y,
+ con su bendición, + haga
fecundo tu ministerio.
Terminada la unción, el Obispo ordenante principal se limpia las manos e inmediatamente prosigue con la
oración consagratoria II.
El Obispo ordenante principal prosigue sin mitra, imponiendo las manos sobre el neo-consagrado. El neo-consagrado permanece de rodillas
delante del ordenante principal.
CP/. Que esta unción, Señor,
se derrame copiosamente sobre su cabeza,
que cubra su rostro y se extienda hasta sus extremidades,
a fin de que la fuerza de tu Espíritu
lo penetre interiormente y lo envuelva exteriormente.
Que
sea modelo de firmeza en la fe, de pureza en la caridad
y de sinceridad en la proclamación de la verdad.
Que
por tu gracia pueda ser heraldo
que anuncie tu paz y proclame tus beneficios.
Sé
su auxilio, su refugio y fortaleza.
Dale
la fuerza de tu gracia
para que alcance siempre tu misericordia y
se entregue incondicionalmente a tu servicio y al de tu pueblo.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que siendo Dios vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Todos responden:
R/. Amén.
15. Unción de las manos con el Crisma y Oración Consagratoria III:
El Obispo ordenante principal con mitra recibe el gremial y unge con el Santo Crisma
las manos del ordenado, trazándole tres cruces. Éste permanece arrodillado ante él.
Durante la unción dice:
CP/. Te
pedimos, Dios todopoderoso, que así como Samuel ungió a David rey y profeta, sean ahora ungidas y consagradas las manos de
tu siervo con el óleo sagrado y con el crisma de la santificación, en el nombre del Padre +
y del Hijo + y del Espíritu + Santo, para que por ellas
se derrame abundantemente la efusión de tu Espíritu Santo, al trazar la señal de la cruz de nuestro Salvador Jesucristo, al
servirte en la acción litúrgica y al implorar tu bendición. Esto te lo suplicamos
Padre compasivo, por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
R/. Amén.
El neo consagrado une sus manos, las cuales son atadas por una faja y sostenidas por otra faja que cuelga
del cuello. Inmediatamente el Obispo ordenante principal dice sin mitra, imponiendo sus manos sobre las manos del
neo-consagrado:
CP/. Oh
Dios, Padre misericordioso, tu has querido elevar a este hijo tuyo al orden del Episcopado.
Cúbrelo ahora con el rocío del Espíritu Santo y que el óleo de esta mística unción se transforme en abundancia de bendiciones
espirituales, para que todo lo que tu siervo bendiga quede bendecido, lo que santifique sea santificado y a todos llegue la
salvación por la imposición de sus manos y por la unción que haga con su dedo pulgar. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Mientras se cantan algunos cantos adecuados a la efusión del Espíritu Santo, tanto el Obispo ordenante principal
como el Obispo recién ordenado se lavan las manos y éste se arregla la cabeza. Luego regresa al lugar donde está el Obispo
ordenante y se arrodilla.
16. Entrega del libro de los Evangelios
El Obispo ordenante principal sentado y con mitra entrega al ordenado el libro de los Evangelios,
diciendo:
CP/. Recibe el libro
del Evangelio
y anuncia
la palabra de Dios
con
sabiduría y perseverancia.
Luego, el diácono lleva el libro de los Evangelios a su sitio.
MONICIÓN ANTES DE LA ENTREGA DEL ANILLO.
La entrega del anillo indica
la fidelidad del Obispo hacia la esposa de Dios, la Iglesia y su desposorio con la Iglesia local, en la que será signo y sacramento
de la presencia de Jesucristo, el único Pastor.
17. Entrega del anillo
El Obispo ordenante principal de pie y sin mitra, dice la siguiente oración sobre el anillo:
CP/. Oremos.
Oh Dios, criador y conservador del género humano, dispensador de toda gracia y autor de la salvación, derrama tu bendición
+ sobre este anillo, para que quien lo lleve, revestido de una
fe inconmovible, por tu protección, pueda participar de la gloria eterna. Por
Jesucristo nuestro Señor. (Rocía con agua bendita)
Todos responden:
R/. Amén.
Inmediatamente después, el Obispo ordenante principal sentado y con mitra coloca
el anillo en el dedo anular de la mano derecha del ordenado, diciendo:
CP/. Recibe este anillo,
signo de fidelidad
y permanece
fiel a la Iglesia, esposa santa de Dios.
MONICIÓN ANTES DE LA IMPOSICIÓN DE LA MITRA
La mitra significa la unción
del Espíritu y el compromiso por alcanzar la santidad.
18. Imposición de la mitra
El Obispo ordenante principal de pie y sin mitra, dice la siguiente oración sobre la mitra:
CP/. Oremos.
Señor, Dios Padre omnipotente, de ti proviene todo don y bendición, bendice + y santifica la mitra que será colocada en la cabeza de tu siervo obispo.
Por Jesucristo nuestro Señor. (Rocía con agua bendita)
Todos responden:
R/. Amén.
Después el Obispo ordenante principal sentado y con
mitra impone la mitra al ordenado diciendo:
CP/. Señor: como mandaste a Moisés hacer con tu sacerdote Aarón colocamos esta mitra sobre la cabeza de tu siervo, símbolo de la fuerza y protección con las que Tú lo has revestido.
Que armado con la coraza de los dos Testamentos se muestre invencible ante los adversarios de la verdad, oponiéndoles,
por la gracia divina, firme resistencia.
Que, en él resplandezca el fulgor de la santidad; para que cuando aparezca el príncipe de los pastores, merezca
recibir la corona inmarcesible de gloria.
Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
R/.
Amén.
MONICIÓN ANTES DE LA ENTREGA DE LOS GUANTES.
Los guantes simbolizan la santidad
e integridad de vida a la que, en forma muy especial, está llamado el Obispo.
19. Entrega de los guantes
El Obispo ordenante principal de pie y sin mitra, dice la siguiente oración sobre los guantes:
CP/. Oremos.
Oh Dios que creaste al ser humano a tu imagen y semejanza y le diste la inteligencia para que te conociera y las manos para
que, trabajando con rectitud, glorificara tu nombre, bendice + y
santifica estos guantes con los que se revestirán las humildes manos de tu siervo. Que ellos, por tu misericordia, sean signo
de la pureza de su corazón y de la santidad de sus obras. Por Jesucristo nuestro Señor.
(Rocía con agua bendita)
Todos responden:
R/. Amén.
Después el Obispo ordenante principal sentado y con
mitra impone los guantes al ordenado diciendo:
CP/. Reviste,
Señor, las manos de este siervo tuyo, con la pureza del hombre nuevo que bajó del cielo.
Que así como tu amado siervo Jacob, cubriendo sus manos con piel de cabrito, alcanzó la bendición de Isaac, después
de haberle ofrecido el manjar que apetecía, tu siervo, al ofrecer con sus manos la hostia de la salvación, alcance la bendición
de tu gracia. Por Jesucristo que, revestido de nuestra carne pecadora, se ofreció
a ti por nosotros y vive y reina por los siglos de los siglos.
R/.
Amén.
MONICIÓN ANTES DE LA ENTREGA DEL BÁCULO.
El báculo pastoral simboliza
la misión de presidir la Iglesia que es encomendada al obispo.
20. Entrega del báculo
El Obispo ordenante principal de pie y sin mitra, dice la siguiente oración sobre el báculo:
CP/. Oremos.
Oh Dios fortaleza en medio de la debilidad humana, bendice + este
báculo y ayuda a que tu siervo cumpla en su vida y en su ministerio lo que externamente simboliza. Por Jesucristo nuestro
Señor. (Rocía con agua bendita)
Todos responden:
R/. Amén.
Después el Obispo ordenante principal sentado y con
mitra entrega el báculo diciendo:
CP/. Recibe
el báculo, signo de tu oficio pastoral, y cuida de toda tu grey, porque el Espíritu Santo te ha constituido Obispo, para que
apacientes la Iglesia de Dios.
R/.
Amén.
MONICIÓN ANTES DEL OFRECIMIENTO DE LOS DONES:
Los dones representan el reconocimiento
de gratitud que nuestra Iglesia local hace al Colegio de Obispos, pastores ellos de otras Iglesias locales, por habernos otorgado,
a través de la ordenación episcopal, la sucesión apostólica y, a su vez, son signo de nuestra comunión con las Iglesias locales
que ellos presiden y con toda la Iglesia universal.
21. Ofrecimiento de los dones al
Obispo ordenante principal.
El neo-consagrado deja el báculo. Con mitra y, acompañado de los padrinos de las ofrendas, se presenta al obispo consagrante principal, el cual está sentado en
la cátedra con mitra, y le ofrece los dones, diciendo las siguientes
palabras:
E:/ Reverendísimo Padre: la Iglesia Católica Ecuménica Renovada en Guatemala, llena de gozo y gratitud, te presenta las ofrendas, símbolo de nuestro reconocimiento y comunión. Tú fuiste elegido por el Señor para que, por la ordenación de este humilde siervo, nuestra Iglesia sea presencia sacramental de la Iglesia una, santa católica y apostólica. Conscientes de
esta preciosa gracia te entregamos los dones eucarísticos que son signo de nuestro agradecimiento hacia ti, de nuestra pertenencia a
la Comunión de Iglesias Católicas y Apostólicas, bajo el liderazgo de la Iglesia Católica
Apostólica Brasilera y de nuestra preocupación por toda la Iglesia Universal.
MONICIÓN ANTES DE LA ENTRONIZACIÓN EN LA CÁTEDRA.
Una Iglesia es
reconocida como catedral, porque en ella se encuentra la
cátedra o sede desde donde el obispo, junto con los presbíteros y con todo el Pueblo de Dios, se reúnen en Asamblea Litúrgica,
para cumplir la misión confiada por Cristo de guiar, evangelizar y santificar a la Grey, y se simboliza físicamente la unidad
de la Iglesia local.
22. Entronización en la cátedra
Todos se ponen de pie. Dado
que la ordenación se ha hecho en la Iglesia propia del ordenado, el Obispo ordenante principal lo invita a sentarse en la
cátedra; el ordenante principal se sienta a la derecha del ordenado.
CP/. Hermano:
Por la ordenación episcopal el Señor te ha confiado la misión de evangelizar, santificar y regir a su pueblo. Sube ahora a ocupar la cátedra desde la cual deberás cumplir tu misión con la actitud del Buen Pastor.
Enseña, celebra la liturgia y preside a la Iglesia que te ha sido confiada con humildad, con prontitud y con entrega radical,
recordando que quien te eligió, Jesucristo el Señor, no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida para que el mundo
alcanzara la salvación.
R/.
Amén.
MONICIÓN ANTES DEL RITO DE LA PAZ
El beso que el ordenado recibirá
del Obispo ordenante principal y de todos los demás Obispos viene a ser como el sello que se pone a su aceptación en el Colegio
de los Obispos.
23. Rito de la paz, ósculo
y saludo de felicitación
D/. Hermanos: ha terminado el rito de ordenación y nos preparamos para el ofertorio. Jesús dijo que antes de presentar
nuestra ofrenda, es necesario que estemos reconciliados con todos. Por eso, como señal del compromiso que asumimos
de vivir en armonía y de ser constructores de reconciliación y de justicia, démonos un saludo de paz.
El ordenado deja el báculo y recibe del Obispo ordenante principal y de los otros Obispos el ósculo de la paz y el saludo de comunión. Diciéndose el uno al otro:
C/. La paz esté contigo.
R/. Y con tu espíritu.
Todos los concelebrantes y el pueblo también se dan un saludo de paz.